martes, 5 de mayo de 2020

Olivenza, castillo de Olivenza

Hoy pretendía pasear un castillo español que está en Portugal, o tal vez sea un castillo portugués que está en España. Y digo pretendía porque, dadas las fechas en que anduve por allí, el castillo estaba cerrado. Así que como algunas veces ocurre, hay que conformarse con la visión del exterior; conformarse, que no resignación, sino conformidad. Paseo exterior.
Ese castillo, que me parece no ubicar con exactitud, está en la Raya: la línea que separa España de Portugal. Pero creo que justo por aquí la raya se hace invisible, o da un salto, y no es que estemos en tierra de nadie sino en las dos. Hasta tal punto que muchos de sus habitantes —los nacidos antes de 1980— son ciudadanos de ambos países.


Plaza frente al castillo, intramuros.

La única manera de aclarar esta dicotomía es hacer historia, que en el caso de Olivenza y su comarca es antigua, porque antiguos son los grabados encontrados de más de 15.000 años, además de toscas herramientas y otros objetos; también dólmenes que se datan en 1.500 años a.C., y estelas figurativas de 700 a.C.
De los romanos, curiosamente, pocos restos se han hallado. Tenemos que llegar a los visigodos para encontrar los cimientos y poco más de una iglesia del siglo VII en el paraje conocido como Valdecebadal.
Los árabes tampoco se explayaron mucho aquí, aunque se ha descubierto, bajo una de las torres del castillo, una qubba árabe, así como restos de un acueducto, también árabe, fuera de las murallas. Algo es algo, así que diremos que, estar estar, estuvieron.
Hasta la llegada de los cristianos con Alfonso IX, último rey de León, allá por 1230, no se podría hablar del origen de Olivenza. Origen que fue de la mano de los templarios, los cuales, después de habérseles concedido Burguillos y Alconchel, crearon la encomienda de Olivenza en 1256 —incluidas la construcción de una iglesia y un castillo—, que administraron hasta que Alfonso X, rey de Castilla y León, ordenó la entregaran a la ciudad de Badajoz.
En 1297 —Tratado de Alcañices—, el rey Dinis acuerda con doña María de Molina, regente de Castilla y León tras la muerte de Sancho IV, que algunas tierras fronterizas pasen a dominio portugués, entre ellas las de Olivenza. Con lo que ya tenemos a esta población al otro lado de la Raya, en Portugal.
Don Dinis le concede el título de villa, a la vez que fueros propios, y manda construir la primera muralla de la población.

Olivenza en 1509, según Duarte D'Armas

Juan II, en 1488 reforma en profundidad el castillo, y poco después el rey Manuel I, en 1510, ordena se ejecute el puente de Ajuda sobre el Guadiana —había que tener bien comunicada a Olivenza con el resto de Portugal—, una gran obra para la época: 380 metros de longitud, cinco y medio de ancho y diecinueve arcos; y además se le fortifica con una torre en el centro de tres alturas.
De 1580 a 1640, Olivenza es española y también portuguesa, pero es que fue la época de la Unión Ibérica: ambos países estuvieron bajo una única corona, la de los Austrias.

Fachada noreste del castillo

Y desde aquí hasta 1801, es portuguesa y a ratos española —cortos períodos de tiempo, que hubo muchos, cuando mediaban conflictos bélicos—, como ocurrió durante la guerra de Restauración, que fue tomada por el ejército español en 1657 y devuelta al finalizar la guerra un año después, según se acordó en el Tratado de Lisboa.
Vuelve a posesión española durante la brevísima Guerra de las Naranjas —mayo/junio de 1801—, y aquí, en España, se queda pues no se devuelve a Portugal a pesar de que así se disponía en el Tratado de Badajoz que se firmó el 6 de junio.
La Raya quedó establecida en el Guadiana, y ahí sigue; a pesar de alguna reivindicación portuguesa posterior —Congreso de Viena de 1815— que no llegó a ningún lado.
Definitivamente la cuestión quedó zanjada en el Tratado de Amistad y Cooperación firmado por los dos países en 1977. Y olvidada con la integración de ambos en la Unión Europea.
Punto final sobre lo de la dicotomía.


Fachada noreste del castillo.

EL CASTILLO:

Este castillo se levanta sobre lo que fue una fortaleza templaria, construida para sede de la encomienda de Olivenza que fundara la Orden.
A mediados del siglo XIV, Alfonso IV ordena la construcción de una nueva fortificación cuyo resultado es, básicamente, el que hoy vemos, incluida la poderosa torre del Homenaje, desde la que se dominan con claridad tierras y poblaciones portuguesas y españolas.
Pero fue Juan II quien a partir de de 1488 lo reforma, aunque ligeramente, eliminando sus almenas con el fin de artillarlo —desaviniendo los acuerdos establecidos con los Reyes Católicos— y construyendo un foso que lo rodeaba por completo.
En 1811, el castillo y la ciudad fueron ocupados por los franceses, para ser recuperados por tropas anglo portuguesas primero y posteriormente por los españoles.

La magnífica torre del Homenaje; frente a ella la Compañía.

LOS DETALLES: 
El castillo de Olivenza es un hermoso edificio; así, de entrada, a pesar de la sencillez de sus líneas y de sus contundentes volúmenes.
Su planta es un trapecio irregular con tres cubos en tres de sus ángulos; en el cuarto, el situado al oeste, se levanta una potente torre del Homenaje, que con sus treinta y seis metros es la más alta de los alrededores. Entre esta torre y su contigua, orientada al norte, se abre la puerta de acceso al castillo. Junto a la torre más al este, y hacia el exterior, se abre otra puerta bajo un arco apuntado.

Detalles de los matacanes de la torre del Homenaje.

Sus fachadas están perforadas por 24 saeteras y coronadas, cada una de ellas, por los restos de un matacán, excepto en el de la cara norte que, alguien tuvo la feliz idea, se reconstruyó con hormigón armado allá por 1973.
Su planta, cuadrada de 18 metros de lado, está girada cuarenta y cinco grados con respecto a la planta del castillo. En su interior se disponen tres pisos que se unen mediante rampas cubiertas de bóvedas de ladrillo; el último piso, el más rico de los tres, se cubre mediante una bóveda nervada. El acceso a la terraza también es mediante rampa.

Torre del Homenaje, interior del castillo.

Todas las fábricas, que son muy gruesas, están ejecutadas con mampuestos de pequeño tamaño, salvo en las esquinas de cada una de las torres, que se reforzaron con sillares. La ausencia de almenas en todo el conjunto, incluidas las torres, denota su adaptación al uso de la artillería.
Sus lienzos noreste y sureste se prolongan más allá del castillo, formando parte de la muralla medieval de la ciudad.

 

Fachada sureste del castillo


Nombre:      Castillo de Olivenza
Municipio:  Olivenza
Provincia:    Badajoz

Tipología: Castillo.
Época de construcción: segunda mitad del siglo XIII sobre restos árabes.
A finales del siglo XV se reforma adquiriendo la configuración que hoy vemos.
Estado: Es bastante bueno su estado, a pesar de todo lo que lleva vivido a largo de su historia, y las veces que ha pasado de una mano a otra.
En 1975 fue restaurado con el fin de poner de relieve su significación histórica.
Propiedad: Pública (municipal).

Uso: Actualmente, el castillo está ocupado por el Museo de Arte Etnográfico.
Visitas: Es visitable, pues es un museo. La suerte que muchas veces me acompaña, hizo que el día que visité Olivenza coincidiera con una festividad navideña, por lo que no pude acceder al interior.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Olivenza está declarado Conjunto de Interés Histórico, y desde 2019 está incluido dentro de los Pueblos más bonitos de España.

Clasificación subjetiva: 3, o sea, que se incluirá obligatoriamente en una ruta de viaje, o lo que es lo mismo, se hará todo lo posible por visitarlo, pero no sólo por el castillo de manera individual, sino por lo que supone también el conjunto de sus murallas.
Otras cuestiones de interés: La muralla medieval y la abaluartada que, con seguridad, serán motivo de sendas entradas.
Por otra parte, no olvidar su rico patrimonio religioso —iglesia de Sta. María del Castillo y la Parroquia de la Magdalena—, el ayuntamiento y su casco histórico.
Cómo llegar: Desde Badajoz capital, tomar la EX-107 —carretera de Olivenza— que nos lleva directo. Desde la Vía de la Plata, en Zafra, tomar la N-432 dirección La Albuera y aquí la BA-006 hacia Valverde de Leganés; Olivenza ya queda a un paso.



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