martes, 18 de octubre de 2022

Defensas costeras del Reino de Granada (Reglamento de 1764)

Durante los siglos XVI y XVII, las torres almenaras demostraron ser útiles a la hora de dar la alerta ante las incursiones de piratas norteafricanos en toda la costa mediterránea. Pero cuando cambió el enemigo, o sea, que hablamos de los ingleses, fue necesario mantener a raya su artillería naval. Se decidió entonces la construcción de fuertes y baluartes adaptados a esos nuevos usos de la guerra.
Fue en la segunda mitad del siglo XVIII cuando el rey Carlos III, y sus ilustradas ideas, decide promover nuevas construcciones, a la vez que reorganizar las milicias, publicando para ello un Reglamento el 18/agosto/1764 —“Reglamento que Majestad manda observar a las diferentes clases destinadas al Real servicio de la costa del Reino de Granada en 1764”—, donde se recogen un plan de fortificación de la costa, el despliegue necesario de tropas y los recursos disponibles para llevar a cabo tal empresa. Todo fue como conclusión del informe que redactó el mariscal de campo Antonio María de Bucarelli y Ursúa, que trataba sobre la situación de las hasta entonces defensas en el litoral.
A lo que se añadirían las dotes diplomáticas del rey, que se tradujeron en la firma de distintos Tratados de Paz y Comercio, —en 1767 se firma un acuerdo de pasa y comercio con Marruecos, y otro con los turcos en 1782—, con lo que la tranquilidad en el Mediterráneo fue un hecho, consiguiéndose terminar con lo que parecía el eterno problema español en el Mediterráneo: la piratería; cosa que no ocurría desde la Edad Media.
Castillo del Marqués en Vélez-Málaga.

El Reglamento, que en su preámbulo decía que:
…y que tratando primero el reparo de las actuales fortificaciones, siga el de las torres que nuevamente se han de construir y, concluidas éstas, pase al de los fuertes y baterías… ”, 
dividió la costa del Reino de Granada en diez mandos, y determinaba que debía de haber un total de 113 edificaciones defensivas: 80 torres almenaras, 19 fuertes, 12 torres batería y 2 casas fuertes para caballería, que conformarían una barrera artillera y disuasoria ante navíos enemigos.
Antonio Gil Albarracín en su estudio La defensa de la costa del Reino de Granada durante la Edad Moderna y Contemporánea, nos enumera la necesidad de fortificaciones que establecía el Reglamento:


Para poder llegar a esa cifra, el rey dispuso construir 8 atalayas, 12 baterías para 2 cañones, 9 baterías para cuatro cañones y 2 casas fuertes para caballería, más la reparación, ampliación y refuerzo de las existentes.


Este ambicioso plan fue encargado a José Crame —Cramer, Crane, Cranne o Kramer (¿?)—, brigadier del ejército e ingeniero, que diseñó cuatro proyectos genéricos para construir las fortificaciones que requería el Reglamento: atalayas, torres para dos cañones, baterías para cuatro cañones y cuarteles de caballería. También proyectó las reformas a llevar a cabo en las edificaciones existentes, para poder incorporarse al nuevo dispositivo defensivo. Este ingeniero y militar es una de las seis personas con ese mismo apellido y profesión del siglo XVIII español, y sin que haya aparecido documnentación que lo relaciones con los demás. 
Muchas de las de nueva planta serían financiadas por particulares, a cambio de recompensas en grados militares, y que en algunos casos serían el inicio de sus carreras.
Torre del Cristal, Villaricos, Cuevas de Almanzora.

Siguiendo con el estudio de Antonio Gil Albarracín, vemos el listado de edificaciones: atalayas, torres, baterías y casas fuertes, con los nombres de sus adjudicatarios y la recompensa ofrecida por el Rey.




De poniente a levante, las torres de dos cañones fueron:

Málaga, Marbella, Torre del Lance las Cañas.

Málaga, Mijas, torre de la Cala del Moral.

Málaga, Fuengirola, Torre Blanca (desaparecida).

Málaga, Vélez Málaga, Benajarafe, Torre Moya.

Málaga, Nerja, La Torrecilla.

Granada, Almuñécar, Torre de Punta Galera, de Taramay o fortín de Velilla.

Granada, Polopos, Castillo de Baños de Arriba, Fortín de Baños.

Almería, Roquetas de Mar, Torre de los Bajos (desaparecida).

Almería, Carboneras, Torre de Mesa Roldán.

Almería, Mojácar, Torre de Macenas (sustituyó a la prevista en la Rambla de los Moros).

Almería, Cuevas de Almanzora, Villaricos, Torre del Cristal.


Esta lista no es del todo coincidente con la del estudio de Antonio Gil Albarracín, pues en ella no figura la torre Blanca que se construyó en el término de Mijas, en terrenos de la actual Fuengirola, y que fue demolida en 1960 para ensanchar la carretera N-340.

Igualmente, no encuentro datos que sitúen en Adra una torre para dos cañones. En esta población sólo me constan el castillo de Adra, muy anterior a los finales del siglo XVIII, y las torres almenaras de Guainos y Alhamilla.





De poniente a levante, los fuertes son:

Málaga, Manilva, Sabinillas, Castillo-fuerte de La Duquesa.
Málaga, Vélez-Málaga, Valleniza, Fuerte del Marqués.
Granada, Almuñécar, La Herradura, Fuerte de La Herradura.
Granada, Motril, Carchuna, Fuerte de Carchuna.
Almería, El Ejido, Fuerte de Guardias Viejas.
Almería, Níjar, Los Escullos, Fuerte de San Felipe.
Almería, Níjar, El Playazo de Rodalquilar, Fuerte de San Román.
Almería, Garrucha, Fuerte de Las Escobetas o de Jesús Nazareno.

Y las Casas fuertes para caballería fueron dos:
Málaga, El Rincón de la Victoria, Casa fuerte de Bizmiliana.
Almería, Casa fuerte de La Cruceta o de Casas Fuertes.
Casa fuerte de caballería de La Cruceta, Almería.

Estas torres, fuertes y casas para caballería estuvieron en activo durante la Guerra de la Independencia, sufriendo grandes perjuicios a causa de la propia ocupación francesa en algunos casos —a fin de que el enemigo no pudiera disponer de la artillería en ellos instalada—, también por los ingleses, nuestros aliados en esa guerra, que así conseguían que las costas quedaran accesibles e indefensas para su armada y aumentar así su supremacía naval.
Desde entonces, y ante la imposibilidad de asumir económicamente su mantenimiento —la economía española no estaba para ello, con la independencia de países americanos de por medio y una guerra civil—, a lo que se añadieron los cambios introducidos por los nuevos sistemas de armas, se hizo imposible su reconstrucción. Se transformaron en cuarteles del Cuerpo de Carabineros, incluso pasaron a particulares.
Pero a pesar de ello fueron capaces de demostrar su eficacia en la Guerra Civil, aun cuando se creía que ya la habían perdido; a partir de 1940 pasaron a la Guardia Civil, como cuarteles o como puntos de vigilancia, lo que obligó a realizar en ellos modificaciones encaminadas a su adaptación al nuevo uso.

Nota curiosa: los presupuestos que se manejaron fueron:
Atalayas, 13.000 reales cada una.
Torres para dos cañones, 85.000 reales por unidad.
Baterías para cuatro cañones, 200.000 reales cada una.
Casas fuertes para caballería, 72.000 reales.

martes, 4 de octubre de 2022

Torres, fuertes y castillos de la costa de Almería

Llego a la costa almeriense, siguiendo este camino que me lleva por las torres y fortificaciones del litoral andaluz, y me da el pálpito que, a excepción de los edificios a enumerar, el resto será de igual factura que anteriores entradas. Pues aquí, en Almería, los motivos para la construcción de estas edificaciones, fueron los mismos que para el resto de provincias: la seguridad y vigilancia de la costa ante posibles ataques externos. Aunque no estará de más introducir un poco de historia.
Fenicios y cartagineses dispusieron de algunos puestos de vigilancia, sobre los que levantaron otros los romanos; y los musulmanes, durante el reinado nazarí, entre 1232 y 1492, se encargarían de establecer un sistema de vigilancia, tanto en la costa como el interior, que comprendía torres que proporcionaban contacto visual entre ellas y las poblaciones más importantes del territorio —lo que hoy vienen a ser Jaén, Granada, Almería, Málaga y Cádiz—. Todas ellas situadas en lugares singulares, y a una distancia entre ellas de no más de siete kilómetros, desde los que otear el horizonte y avisar a la población con el tiempo suficiente para que ésta procurara su defensa. Estas atalayas recogerían información que trasladarían rápidamente a otras fortalezas intermedias, y estas a la Alhambra en la capital nazarí, Granada.
Conquistado el Reino de Granada por los cristianos en 1492, muchas de estas torres y fortificaciones dejaron de tener importancia al perder su utilidad defensiva. Otras en cambio, se remodelaron y adaptaron a los nuevos usos de la guerra, y siguieron empleándose para la observación del territorio, eso sí, acondicionadas para el empleo de la artillería.
En la costa, fueron las torres nazaríes la base del sistema que se diseñó para su defensa contra las incursiones, y los consecuentes pillajes, de los piratas procedentes del norte de África. Dicho sistema, iniciado con los Reyes Católicos, fue reforzándose con el paso del tiempo durante los reinados de Carlos I y Felipe II, aprovechándose las torres musulmanas y construyéndose otras nuevas, ya de planta circular y volumen troncocónico, con mayor espesor sus muros, todo ello en busca de mayor resistencia ante el impacto de proyectiles enemigos.
Mediante distintas Instrucciones y Ordenanzas se fue configurando un sistema de defensa que no sólo contemplaba lo concerniente a los edificios, sino también al personal que los ocuparía, creándose un cuerpo de guardacostas, con personal específico —torreros, guardas, etc.— que sería el encargado de la vigilancia de la costa y aviso en caso de peligro a las poblaciones más cercanas.
Las comunicaciones, entre torres próximas y entre estas las poblaciones más cercanas, se realizaba mediante señales luminosas: fuego con paja húmeda en la chimenea interior de la torre con salida del humo al exterior, durante el día; y una hoguera en el terrado durante la noche. En otras ocasiones era un guarda a caballo el que se trasladaba hasta la torre más próxima para dar los avisos pertinentes.
Debido a la escasez de recursos económicos, estas torres fueron deteriorándose a lo largo del siglo XVII, abandonándose en algunos casos, a pesar de que el peligro siempre persistió, e incluso se agravó con la expulsión de los moriscos y la aparición de otros piratas procedentes de naciones europeas. Sobre todo, a partir de 1704 con la ocupación inglesa de Gibraltar que pasó a ser una importante base naval enemiga.
Durante los reinados de Felipe V y Carlos III se realizaron proyectos —sobre todo con este último, con la publicación el 18/agosto/1764 del “Reglamento que Majestad manda observar a las diferentes clases destinadas al Real servicio de la costa del Reino de Granada en 1764”, que reforzaron antiguas torres y levantaron otras edificaciones nuevas que, en algunos casos, sustituían a otras muy deterioradas.
Relacionados ya, en entradas anteriores, los fuertes y torres, y también castillos, existentes en las costas más a poniente de la provincia almeriense, sólo me resta dejar aquí las de este litoral, sin importar incluir otros edificios del mismo carácter, es decir, la defensa de la costa y el territorio, que para eso fueron construidos.
Con casi 250 kilómetros, la costa de Almería —no es la de mayor longitud de Andalucía, la supera Cádiz con unos 285 kilómetros—, reúne un número considerable de edificios militares que desde el Medievo miran el mar y embellecen la silueta del litoral. Paso a enumerarlos, como en otras ocasiones, de poniente a levante:

Adra:

Torre de Guainos,

Castillo de Adra,

Torre de Alhamilla o Algemilla,

 

El Ejido:

Torre de Balerma (Balerma),

Castillo de Malerva (Balerma),

Castillo-fuerte de Guardias Viejas (Guardias Viejas),

 

Roquetas de Mar:

Torre de las Entinas (desaparecida),

Torre de Cerrillos,

Castillo de Santa Ana,

Torre de los Bajos (desaparecida),

 

Aguadulce:

Torre de Rambla Honda (desaparecida),

 

Almería:

Torre de La Garrofa o de la Mona (La Garrofa),

Castillo de San Telmo,

Alcazaba de Almería,

Castillo de San Cristóbal,

Torre de El Bobar (desaparecida),

Torre de El Perdigal,

Casa fuerte de Las Crucetas,

Torre García,

Torreón de San Miguel (Cabo de Gata),

Torre García, Almería.


Níjar:

Torre de la Testa,

Castillo de San francisco de Paula (faro),

Torre de la Vela Blanca,

Castillo de San José (San José),

Torre de Cala Higueras o de los Frailes,

Cuerpo de guardia de Loma Pelada,

Fuerte de San Felipe (Los Escullos),

Torre de los Lobos (Los Escullos),

Castillo de San Ramón o de Rodalquilar (Los Escullos),

Castillo de San Pedro (Los Escullos),

Castillo de San Felipe, Los Escullos, Níjar.
 

Carboneras:

Torre de Mesa Roldán,

Castillo de San Andrés,

Torre de los Diablos o del Rayo,

Castillo de San Andrés.

Mojácar:

Torre del Peñón o del Pirulico,

Torre de Macenas (El Agua del Medio),

 

Garrucha:

Castillo de las Escobetas o del Nazareno,

Torre de Cristal, Villaricos, Cuevas de Almanzora.

 

Cuevas de Almanzora:

Torre de Cristal o de Monroy (Villaricos),

Torre Amarguera (desaparecida),

 

San Juan de los Terreros:

Castillo de los Terreros.