martes, 1 de febrero de 2022

Defensas de la costa de Málaga.

Tiene Málaga 175 kms de costa y según tengo entendido son 38 las torres almenaras de distintas épocas, desde el dominio musulmán hasta el final del siglo XVIII, que se asoman y vigilan el Mediterráneo. Que ya son torres. Almenaras, atalayas o vigías, llámalas como quieras.

Si a esa cifra le añadimos otras defensas, como fuertes, torres baterías, casas de caballería y castillos medievales, el número se eleva a 49. Lo que da una relación de un edificio defensivo cada 3’5 kilómetros de costa, lo que ya es una barbaridad. Y ello sin adentrarnos mínimamente en el interior.

La orografía de la costa de Málaga obligó a la construcción de tal número de defensas —seguramente hubo más de esas 49— que, iniciadas durante la ocupación musulmana, siguieron con la consolidación del territorio por parte cristiana y se prolongaron durante los siglos XVI, XVII y XVIII.

Todos estos edificios fueron construidos con la finalidad de asegurar las costas, y las poblaciones del interior, ante posibles ataques de piratas berberiscos y de otros puntos de África, primero; y más tarde de otros de origen europeo, convirtiéndose a partir del siglo XVI en piezas fundamentales del sistema defensivo de la costa.

Las primeras defensas, ya hemos dicho, datan de cuando estas tierras aún eran dominadas por los musulmanes y también tenían que asegurar su tranquilidad ante posibles atacantes. Pues aunque el Reino Nazarí de Granada lo componían ciudades y poblaciones bien fortificadas —Málaga es un claro ejemplo con el castillo de Gibralfaro y la alcazaba—, también sintieron la necesidad de proteger sus costas ya que no poseían una eficaz marina que garantizara su seguridad desde el mar.

Después los Reyes Católicos impulsaron su construcción para crear, y ampliar, un sistema de defensa que recogieron en unas Instrucciones para la guarda de la costa que redactaron en 1497.

Y mucho más tarde, su biznieto Felipe II, sería el encargado de desarrollar aún más el plan de defensa iniciado por sus antepasados. Plan que quedó ligeramente relegado por sus sucesores en lo que atención a su mantenimiento y reparaciones se refiere. Sólo durante el reinado de Carlos III hubo un leve impulso con la ejecución de algunos nuevos proyectos y su consiguiente ejecución —fuertes, baterías, torres y otras edificaciones—. Fue tras la publicación de un reglamento, el 18/agosto/1764, en el que se regulaban las defensas de la costa del Reino de Granada.

A lo largo del siglo XIX fue desapareciendo su necesidad, por lo que decayó su uso. Ya no había piratas, ni del norte de África ni de Europa, que requirieran artillería en sus terrados, aunque si contrabandistas a los que se enfrentaban los Carabineros primero, y la Guardia Civil después. Muchas de esas construcciones se convirtieron en puestos de guardia y las demás se abandonaron. Hoy, algunas de ellas, se han recuperado y rehabilitado, y sobreviven dignamente del turismo y la cultura; otras, en cambio, agonizan lentamente, desmoronándose sin prisa, abandonadas a su suerte por gobernantes y propietarios, ante la indiferente mirada de quien pasa a su lado.

Torre del Duque, Marbella.


Apunte técnico al tema:

En el caso de las torres, se sitúan en puntos prominentes del terreno, altos y generalmente en cabos salientes al mar, procurando la conexión visual entre ellas, fundamental para la comunicación, que se realizaba mediante ahumadas —quemando paja húmeda en la chimenea— o con espejos durante el día, y con señales luminosas —fogatas— durante la noche. Todo era válido con tal de dar aviso rápido, ante desembarcos enemigos, a las poblaciones del interior. Y por supuesto, siempre cerca de algún arroyo o manantial para garantizar su aguada.

Por lo general eran edificaciones austeras, levantadas con materiales muy básicos —mampostería tomada con mortero de cal— y tipología muy simple —prismáticas o cilíndricas y troncocónicas—. Todas ellas solían tener dos plantas, accediéndose por la primera que era donde se situaba la estancia que habitaban los torreros —generalmente eran tres— y utilizando la baja como almacén. Coronando la torre, una azotea almenada servía de lugar para otear el horizonte.

Con el paso del tiempo su diseño se perfeccionó, levantándose otras de mayor envergadura, en planta semicircular con forma de herradura —las denominadas de pezuña—, que disponían de artillería suficiente para poder repeler un desembarco.


Decía que son 49 las edificaciones defensivas, medievales y posteriores, que puntean la costa malagueña: torres atalayas, baterías, fuertes, castillos, cuya lista dejo más abajo, y, que como cada vez que escribo algo parecido a esto, vuelvo a hacerme el propósito de pasearlas todas, y para las que no lo haga, fingiré el paseo. Que así sea.

Castillo de La Duquesa en Sabinillas, Manilva.

De poniente a levante, son:


Manilva: Torre de laChullera.

Castillo —fuerte— de La Duquesa

Casares: Torre de la Sal.

Estepona: Torre de Arroyo Vaquero.

Torre de Salada Vieja.

Castillo de San Luis

Torre del Padrón.

Torre del Velerín.

Torre de Guadalmansa.

Torre del Saladillo.

Torre de Baños o de Casasola.

Marbella: Torre de las Bóvedas.

Torre del Duque.

Torre de Ancón.

Castillo de Marbella

Torre de Río Real.

Torre batería de Lance de lasCañas.

Torre Ladrones.

Mijas: Torre de Calahonda.

Torre Nueva de la Cala del Moral o de Penta Pesetos.

Torre bateríade la Cala del Moral.

Torre deCalaburras.

Fuengirola: Castillo de Sohail

Benalmádena: Torre de Torremuelle.

Torre de Torrequebrada.

Torre Bermeja.

Torremolinos: Torre de los Molinos o de los Pimentel.

Málaga: Torre de las Palomas.

Alcazaba de Málaga.

Castillode Gibralfaro.

Rincón de la Victoria: Torre del Cantal.

Casafuerte de Bizmiliana.

Torre deBenagalbón.

Vélez-Málaga: torre de Chilches (Chilches).

Torre Moya (Benajarafe).

Castillo del Marqués (Almayate).

Torre de Jaral (Almayate).

Torre de Manganeta o de los Toscanos.

Torre de Lagos (Lagos).

Algarrobo: Torre Ladeada.

Torre Nueva o Torre Derecha.

Torrox: Torre del Morche o de Güi.

Torre de Calaceite.

Nerja: Torre de Macaca.

La Torrecilla.

Torre de Maro.

Torre del Río de la Miel.

Torre del Pino.

Torre de la Caleta.

Torre del Lance de las Cañas, Marbella.

 

Nota final: de la relación anterior falta la que se llamó Torre Blanca, que estuvo en Fuengirola y a alguien se le ocurrió que lo mejor que se podía hacer con ella era demolerla para que dejara pasar por su lugar la carretera N-340; eran los años sesenta y los pensamientos y las ideas eran otros.

Esa torre, junto con las de Lance de las Cañas en Marbella, Cala del Moral en Mijas y la torre Moya en Benajarafe, fueron las cuatro torres baterías que se levantaron en la costa de Málaga durante el reinado de Carlos III.


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