martes, 29 de noviembre de 2022

Casares, torre de La Sal o del Salto de la Mora

La torre de la Sal es la segunda almenara que encontramos en la costa malagueña, en el camino que nos lleva hacia poniente.

Hemos pasado Manilva, o mejor dicho, San Luis de Sabinillas que es pedanía de Manilva y dejado atrás primero la torre de La Chullera y a continuación el magnífico castillo de La Duquesa; nos encontramos en el término municipal de Casares, provincia de Málaga.

Como mi paseo me lleva casi obligatoriamente por la costa, no subiré hasta Casares, por lo que no visitaré su castillo, ni me pasearé por sus empinadas calles, ni homenajearé a su hijo más ilustre (¿el padre de la patria andaluza?).


De todas formas dejemos aquí, como es mi costumbre, unos ligeros trazos sobre la vieja historia de la población, cuyo nombre nos viene, nada más y nada menos, que de Julio César —Caesar derivó en Casares—, de quien se dice que en el año 61 a.C. anduvo por estos lares y se sirvió de los Baños de La Hedionda para intentar curarse de algún mal que padecía relacionado con su hígado. Estos baños, de aguas sulfurosas y olor ligeramente repugnante pero al que se termina acostumbrado el usuario, tienen fama desde antiguo de poseer propiedades curativas; su fama llegó hasta la ciudad de Roma gracias al uso que tuvieron por parte del mismísimo César.

Durante la dominación árabe de la Península, fue sede de la Cora al-Yazirat y a partir del siglo XIII perteneció al reino de Granada.

En 1361, Casares fue escenario del pacto entre Pedro I de Castilla y Mohamed V por el que este último recuperaría el trono del Reino Nazarí.

Conquistado el lugar, en 1485, poco antes de la toma de Granada, la población pasa al Duque de Cádiz, Rodrigo Ponce de León, creándose el señorío de Casares.


     

LA TORRE:

Se encuentra la torre sobre un promontorio rocoso junto al mar, entre el río Manilva y el arroyo Camarate. Por su ubicación y porte aparenta algo más que una torre almenara, casi se podría decir que es una pequeña fortaleza.

Se la conoce como Torre de la Sal y también del Salto de la Mora, pero no encuentro el origen cierto de estos nombres, lo que me habría gustado, sobre todo del segundo, por la sugerencia que hace imaginar alguna leyenda, de las que tanto abunda, sobre amores prohibidos entre caballeros cristianos y princesas moras. Sobre el primero, existe la posibilidad de que en algún periodo de tiempo pasado hubiera sido utilizada como depósito de sal procedente de una salina próxima, para la industria de la salazón de pescado.

Fue levantada, según los datos que se disponen,  en la primera mitad del siglo XVI con la misma finalidad que tantas y tantas torres almenaras de las costas españolas: defender el territorio de los ataques de piratas berberiscos. Pero no extrañaría que fuera obra árabe, del período nazarí, o al menos se trate de una reedificación de otra anterior —lo digo por su planta cuadrada, ya que los de la media luna no fueron muy de levantar torres cilíndricas—.

El Emperador Carlos ordenó en 1528 su construcción — ¿o su reedificación?—, y en 1567 el Duque de Arcos, que era su propietario,  pretendió poblar el lugar apoyándose en la torre como elemento de defensa. Se sabe que en 1575 aún no estaba terminada pero ya por entonces formaba parte del sistema oficial de torres costeras.

En 1739, siendo aún propiedad del duque de Arcos, se reformó su pretil para adaptarla a la defensa de las calas cercanas mediante dos cañones de a 4 libras, un  sargento, un cabo y siete soldados.

Después de sufrir daños por cañoneos ingleses hacia 1759, se creyó conveniente construir en las inmediaciones una batería para cuatro cañones y alojamiento para tropa —desconozco si se construyó, busco y no encuentro datos, pero haberlos debe haberlos—.

 

LOS DETALLES:

Es la torre, como excepción del resto de torres costeras —hay algunas más—, de planta cuadrada.

Su altura se divide en dos cuerpos perfectamente diferenciados desde el exterior, alcanzando una altura total de 10 metros. Su cuerpo inferior, cuyos lados miden 9’20 metros, es de mayores dimensiones que el superior, el cual se retranquea ligeramente como solución estructural dado su volumen.

La puerta de entrada está a la altura de la planta baja, dispuso de puente levadizo según ordenara el Emperador y era defendida además por la ventana —que, situada a 5’40 metros de altura, era probablemente la primitiva puerta—, y la ladronera a la altura del terrado, de la que quedan sus ménsulas, ambas en la vertical de la puerta.

El sol se está poniendo detrás, obsérvese la diferencia de color del mar, en uno y otro lado.


En cada planta se dispone de una cámara, de 6’50 metros de lado cada una, cubriéndose ambas con bóvedas de planta octogonal vaídas sobre trompas que recuerdan a otras bóvedas en torres claramente árabes. En la planta superior, en sus caras este y oeste, existen sendos huecos con arquillos de medio punto; en la fachada norte, como ya hemos dicho, se abre la ventana que fue el acceso original. En la pared de poniente aún se conserva la chimenea con la que se producían las ahumadas de alarma.

Las plantas quedan comunicadas mediante escaleras embebidas en el muro: la planta baja y la primera se unen mediante 22 escalones, y entre la primera y el terrado existen 19 peldaños. La salida a la azotea se hace bajo un garitón situado en su ángulo sudoeste, cuadrado, de 1’80 metros de lado y cubierto con una pequeña bóveda semiesférica de ladrillo. En sus lados se abren huecos para otear el horizonte.

La azotea mide 8 x 8 metros teniendo sus pretiles aspillerados; estos miden 1’10 metros de alto y 0’62 metros de espesor. Antiguamente debió estar almenada.


Originalmente los muros tenían un grosor de 1’35 metros, manteniéndose así en el cuerpo superior. Pero el inferior se aumentó 30 centímetros para contrarrestar el empuje de su bóveda y soportar el material —la sal— que en ella se almacenaba. Es con esta reforma cuando se construyó la puerta de planta baja que hoy conocemos.

Los materiales que se utilizaron en su construcción son la mampostería y algunos sillares en las esquinas y puerta de entrada. El resto de huecos, troneras, garita y pretiles  se ejecutaron con ladrillo. También son de ladrillo las bóvedas que cubren sus dos estancias.

Su exterior estuvo totalmente enfoscado, conservándose algunos fragmentos. Leo que en su fachada exterior quedaron grabados, en el mortero fresco, unos delfines; pero por más que observo las fotografías que tomé, no consigo localizarlos.

 


RESUMIENDO:


Nombre: Torre de la Sal
Municipio: Casares
Provincia: Málaga

Tipología: Torre almenara.
Época de construcción: siglo XVI, aunque probablemente sea una reedificación de otra anterior de construcción árabe.
Estado: Se encuentra en muy buen estado de salud, fue restaurada en 2009, y su entorno se ha adecentado y acondicionado para poder pasearla con comodidad. Quizá el espacio que precede a la puerta queda fuera de lugar.
Actualmente forma parte de un proyecto de restauración de torres costeras de la provincia de Málaga, lo que supondrá no sólo la mejora de su estado físico sino que aumentará su valor cultural y turístico.
Propiedad: Pública (¿municipal?).
Uso: Desconozco si tiene algún uso definido. Podría serlo como mirador y como sede de alguna exposición, que motivos para montar alguna siempre hay.
Visitas: libre todo su entorno, que conforma un estupendo mirador. Sin embargo la puerta de acceso permanece cerrada. No vi ninguna indicación que comunicara horario de visita a su interior.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
En el año 1993 la Junta de Andalucía otorgó reconocimiento especial a los castillos de la Comunidad Autónoma de Andalucía
Está declarada Bien De Interés Cultural, y Monumento Histórico Artístico desde el 29 de junio de 1985.

Calificación subjetiva: 2, o sea, si se pasa cerca y se va con tiempo pues se acerca uno a verlo. Es decir, que se incluirá en una ruta de viaje pero no pasa nada si luego no se visita.
Pero si pasas cerca terminarás visitándola; merece la pena pasear todas las almenaras de nuestras costas, aunque no se encuentren en muy buen estado.
Otras cuestiones de interés:
Si se dispone de tiempo e interés, conviene acercarse hasta Casares, que además de ser un pueblo que merece ser visitado por su arquitectura, tiene un castillo.
Cómo llegar: desde la N-340, el acceso es muy fácil, tanto andando como en vehículo a motor.




 

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