En España hay dos Oropesa, una
de interior y otra del Mar. Y las dos
tienen castillo, aunque la primera, hay que reconocerlo, con mejor fortuna. A ella
subí en una de esas idas y venidas a la capital; la segunda quedó lejos de mis
anteriores caminos y, por ahora, me parece que también de los proyectables.
Está Oropesa en la el
occidente de la provincia de Toledo, muy cerca de la de Cáceres, y casi tocando
con los dedos la Sierra de Gredos. Inconfundible desde la carretera la silueta
del cerro: pueblo, castillo y palacio. Menuda tentación, a la que estoy seguro
volveré a sucumbir.
El castillo de Oropesa, desde el norte |
Leo que desde épocas
prehistóricas anduvo por aquí el hombre; y ya nunca dejó de haber
asentamientos: romanos, visigodos, árabes y por último cristianos, lo que le da
una valoración trascendental notable. Pero lo que aumenta aún más esa
valoración histórica, es la existencia de la leyenda que, prácticamente la
coloca en el umbral de la mitología, y que cuenta que en 1716 aC, el griego Oróspedo
Aránculo pasó por aquí cuando desde Ávila se dirigía a Trujillo con soldados
del mismísimo Hércules. Y ya de paso fundó la ciudad, que de ahí viene su
nombre: Oropesa de Oróspedo.
Con respecto al castillo, no encuentro el dato exacto de su construcción,
ni siquiera del siglo, que en estos casos se admite una ancha horquilla, así
que dejémoslo entre los siglos X y XI. Sus primitivos constructores fueron
los árabes, aunque probablemente sobre cimentaciones romanas.
Alrededor de 1080, Oropesa fue ocupada por los cristianos, a la vez que
Talavera y Toledo, iniciándose la repoblación de estas tierras y seguramente la
restauración del castillo.
Las primeras noticias que tenemos sobre él datan del reinado de Alfonso X
pues está documentada su pertenencia al infante Don Juan. Como también son ciertas
las que nos dicen de él, cuando a mediados del siglo XIV disputaban el trono de
Castilla Pedro I “el Cruel” o “el Justiciero” (elijan ustedes), y su
hermanastro Enrique, que terminaría reinando como Enrique II, a lo que hay que
añadir de Trastámara, y además “el Fraticida” o “el de las Mercedes”
(vuelvan a elegir).
Pues corría el año de 1366 y Pedro I marchó hacia Sevilla dejando
encargado de la custodia de la ciudad de Toledo al que fuera desde 1359 Maestre
de la Orden de Santiago, García Álvarez de Toledo. Pero al ser mayoría entre la
nobleza toledana los partidarios del futuro Enrique II, Don García se ve
obligado a abandonar la defensa de la ciudad, pero eso sí, a cambio de los
señoríos de Valdecorneja y de Oropesa, más cinco villas y algunas aldeas, todas
ellas situadas en lo que hoy es la comarca de la Campana de Oropesa; y además
una sustanciosa cantidad de maravedíes. También renunció al maestrazgo de la
Orden en favor de Gonzalo Mexia de Virués, que ya lo era entre los partidarios
de Enrique.
Dado ya el particular alarde personal-histórico, cerremos este apartado
con un rápido resumen:
Fachada principal del castillo |
Entre finales del siglo XIV y principios del XV se construyó el Castillo
Nuevo (lo inició el primer señor de Oropesa en 1366 para finalizarlo su nieto
D. García en 1402), que pasó a ser la residencia de los Álvarez de Toledo, a
los que Isabel la Católica les concedió el título de condes en 1477, siendo el
primero de ellos D. Fernando García Álvarez de Toledo. Un siglo después fue
ampliado y remodelado. Como titulares del condado de Oropesa fueron
propietarios del castillo durante los cuatro siglos siguientes.
Estuvo este castillo ligado numerosos hechos de relevancia histórica,
como no podía ser menos; fue así cuando el señorío de Oropesa se puso del bando
de Juana la Beltraneja en su particular guerra contra su tía Isabel, por lo que
se ganaron la enemistad de los reyes. Para colmo, años después, los condes de
Oropesa tomaron partido por los comuneros durante la guerra de las Comunidades,
residiendo en el castillo Juan de Padilla, y oponiendo también desde él
resistencia a las tropas imperiales. Finalmente, el Emperador les perdonó estos
deslices a los condes.
Pero también pasaron por este castillo gentes con mejores voluntades,
como San Pedro de Alcántara, San Juan de Dios o Santa Teresa de Jesús. Que no
todo iba a ser disputas.
Con la construcción del palacio contiguo, el castillo es descuidado,
dedicándose toda la atención y ornato al nuevo palacio que sería la residencia
de los Condes hasta principios del siglo XIX. En este siglo se extingue (¿?) el
mayorazgo de ese linaje y el señorío pasó al pueblo, si bien los duques de
Frías lo reclamaron y obtuvieron el señorío allá por 1806.
Luego llegaron los franceses y su reconocida protección sobre el patrimonio hispano, saqueándolo como a otros
tantos y tantos edificios. Fue durante la guerra de la Independencia.
Con la Constitución de Cádiz en 1812 y sus inmediatos efectos, pasa a
manos del Ayuntamiento, previo pago a los duques de Frías, que lo utilizó,
entre otros usos, como plaza de toros.
A principios del siglo XX fue adquirido por el Estado español que lo
dedicó, entre otras funciones, a casa cuartel de la Guardia Civil. Después
vinieron otras reformas y adecuaciones que terminaron convirtiéndolo en un
Hotel de la red de Paradores de Turismo. Fue en 1930, siendo el primero que se
instaló en un edificio histórico. Posteriormente fue cerrado para ser reabierto
en 1966, ocupando todo el Palacio de los Álvarez de Toledo.
En algún sitio leí que “el factor tiempo nos impide muchas veces
prestar atención a los pequeños detalles, disfrutar de los momentos e incluso
percibir la belleza”, que viene a
ser como que las prisas no son buenas consejeras. Y eso fue lo que me sucedió
cuando visité Oropesa, que traté la visita como un descanso en el viaje, no
como una etapa más del mismo. Si hubiera hecho lo correcto, ésta entrada del
blog ocuparía más tres mil palabras y no las dos mil que he conseguido
escribir.
Bueno, fuera lamentos y vamos
al paseo por el castillo:
Que en realidad son dos, el
Viejo y, evidentemente, el Nuevo. El Palacio, hoy Parador, es otra historia.
De la torre del Homenaje a la izquierda, el Castillo Viejo. El resto es el Nuevo |
El Castillo Viejo fue construido por los árabes entre los siglos XII y
XII sobre los restos de una fortaleza romana. Y en esta última seguro que
aprovecharon algo de aquel Oróspedo Aránculo.
Tiene planta trapezoidal, con
dos torres circulares en las esquinas de su lienzo norte, aunque debió tener
cuatro, una en cada esquina, desapareciendo las otras dos durante las obras de
ampliación del conjunto. De las dos torres que se conservan, la de la esquina
noreste fue de menor entidad y se encuentra desmochada; la otra, de mayor
tamaño y altura, presenta un muy buen estado, con una doble entrada desde el
adarve, una para su acceso al interior y terraza, y la otra como prolongación del propio
adarve. Junto a la del Homenaje y a otra casi gemela más al sur, ya en el
Castillo Nuevo, forman la fachada más atractiva y reconocible de la fortaleza.
En el interior de este
Castillo Viejo, un pequeño patio y algunos muros que correspondieron a
dependencias del castillo.
Conserva una puerta en el
lienzo este que estuvo protegida por una torrecilla circular adosada al muro junto
a una pequeña barbacana, según veo en una planta que encuentro en la red (durante mi visita, fallo mío, no
observé esa fachada).
El Castillo Viejo, desde la torre del Homenaje |
Torre del Homenaje desde el Castillo Viejo |
Puerta del Castillo Viejo, desde el interior. |
El Castillo Nuevo fue levantado por los Álvarez de Toledo hacia 1402.
Al igual que el Viejo, tiene planta trapezoidal, y se adosó al muro sur del
Viejo conformando a partir de entonces una sola entidad.
Prácticamente todo el castillo
está construido en piedra, sillarejos en los muros y sillares en lugares
puntuales como esquinas, parapetos, garitones, almenas y matacanes. Algún muro
interior del Castillo Viejo está ejecutado con ladrillo y tapial.
Por sus proporciones, destaca
su fachada oeste, y en ella la torre del Homenaje, casi centrada en el muro,
flanqueada por dos torres en las esquinas: la de la izquierda, circular,
pertenece al Castillo Viejo, y la de la derecha, semicircular, está coronada
por otra de diámetro menor a modo de torre caballera.
Acceso al Castillo viejo desde el Nuevo. |
Adarve desde la torre del Homenaje a la de la esquina norte |
La torre del Homenaje es de planta cuadrada y muy
alta, 25 metros, estando distribuida en su interior con cinco plantas. Se entra
a ella por una puerta de arco ojival a nivel del suelo, junto a otra a su
izquierda que nos lleva al interior del Castillo Viejo. Esta planta está
cubierta con bóveda de crucería, el resto tiene pisos de madera a excepción de
la última. Las escaleras que unen las plantas, de piedra y de madera, son de
disposición variada. La segunda planta está a la altura del adarve que,
curiosamente discurre el interior de la torre, lo que también sucede con la
torre de la izquierda (esquina noroeste).
Está rematada en sus esquinas
por cuatro enormes garitones a los que se accede, ya desde la terraza, por
escalerillas de caracol. Los garitones están unidos por almenas voladas y
soportadas por canes, dejando hueco el espacio entre estos, disponiéndose a
manera de matacanes corridos. En todo el perímetro del parapeto, se abren
saeteras.
En diversos sitios del castillo, torres y garitones, encontramos escudos nobiliarios, de diferentes épocas, de los Álvarez de Toledo y consortes.
La torre del Homenaje |
La puerta de la derecha lleva a la torre del Homenaje; la de la izquierda al Castillo Viejo |
Escalera interior en la torre del Homenaje |
Cortejador en la torre del Homenaje |
Decoración interior de la torre del Homenaje |
Garitón en la torre del Homenaje (convendría cambiar ya la bandera) |
Desde la torre suroeste, y
continuando por el adarve, se llega a la que paradójicamente sea la torre más
fuerte del castillo: es cuadrada y maciza hasta su primera planta. De su
esquina sureste partía la muralla de la villa, y allí estuvo la puerta de
entrada y el puente levadizo que salvaba el foso que rodeó el castillo
Tuvo un patio en su último
piso permaneciendo aún el arranque de la escalera que llevaba a la plataforma
superior.
Torre sur, desde la que arranca el muro de la barbacana |
La torre sur desde la del Homenaje, al fondo la iglesia de la Asunción |
El Patio de Armas tiene forma trapezoidal, y en él se ubicaban
numerosas dependencias, tales como caballerizas, cocina, almacenes y las
denominadas trojes condales (troj, según RAE, espacio limitado por
tabiques para guardar frutos y especialmente cereales). Actualmente, restaurados
estos espacios, se dedican a exposiciones y actividades culturales. En el
edificio de las caballerizas se instalaron, durante el siglo XVIII, unos hornos
dedicados a la fundición de campanas.
Desde el patio, una muy amplia
escalera de piedra y apoyada en arcos, nos lleva hasta el adarve, junto a la
Torre del Homenaje. Del enorme tamaño de la escalera da idea el hecho de que
bajo ella se encuentran lo que fueron las cocinas del castillo.
A la izquierda, escalera para acceder al camino de ronda. |
Patio de armas del Castillo Nuevo; al fondo la torre cuadrada (sureste) |
El espacio frente a la fachada de la Torre del Homenaje,
estuvo ocupado por una extensa liza rodeada de un muro, del que aún se conserva
una parte en su lado sur con cuatro cubos semicirculares. Entre la torre semicircular
y el primer cubo, se abre la puerta que daba acceso a la liza.
Puerta en la barbacana |
El palacio (Parador de turismo) desde la torre del Homenaje |
Una recriminación: busquen un lugar mejor para el almacén. |
Nombre: Castillo de los condes de Oropesa, de Oropesa o de los Álvarez de Toledo.
Localidad: Oropesa
Municipio: Oropesa
Provincia: Toledo
Tipología: Castillo.
Época de construcción: el Viejo, siglos X-XI; el Nuevo, siglos XIV-XV
Estado: En muy buen estado conservación, tanto el castillo
Viejo como el Palacio Nuevo. La conversión de éste último en Parador de Turismo.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril
de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
En 1923 fue declarado Monumento Histórico-Artístico, y en 1926 Monumento
Nacional.
Propiedad: del Ayuntamiento de Oropesa.
Uso: El castillo tiene un uso principalmente turístico, utilizándose algunos
edificios como las caballerizas o los trojes
condales, a exposiciones (cuando lo visité, el segundo de ellos, albergaba
una exposición de acuarelas). En verano se realizan actividades culturales en
el patio de armas.
El palacio, ya se ha dicho, es un Parador de Turismo.
Clasificación subjetiva: 3, o sea, que se debe incluir en algún viaje, o lo que es lo mismo, que se hará
todo lo posible por visitarlo.
Visitas: Por una módica cantidad se puede pasear y disfrutar el castillo a voluntad
y antojo.
Otras cuestiones de interés: Muchas, demasiadas para una mañana y que merecen se las dedique más tiempo.
Me debo una segunda visita para ver las iglesias de N.Sra. de la Asunción y la
de San Fernando; y recorrer sus calles y la Plaza Vieja, con el Ayuntamiento y
Los Arcos.
Cómo llegar: Más fácil imposible, autovía A-5 o E-90; salida en el kilómetro 148, y
Oropesa está a dos minutos.
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