Llego hoy hasta una torre que se enclava en un excelente lugar desde el
que ejecutar a la perfección las funciones para las que fue construida. Porque
toda torre de vigilancia que se precie deberá ubicarse a ser posible en alto, y
mirando a un ancho paisaje al que velar. Y eso le ocurre a la torre del Águila,
que se yergue trabajosamente en una loma sobre el pantano del mismo nombre,
rodeada en primavera de un verde campo de trigo, y mirando aún a sus hermanas
del sur como si la Banda Morisca estuviera todavía viva.
Llego desde mi ciudad hasta donde se ubica, en El Palmar de Troya, que
fue pedanía de Utrera hasta el año 2008, y desde allí una breve carretera me
lleva hasta el borde del embalse; pocos metros antes, a la izquierda, un camino conduce hasta la torre, andando o en coche, como gustes.
Leo que hay datos suficientes para poder afirmar que en éste
lugar hubo un poblamiento romano, llamado Siarum y después Searo; y también
durante la Baja Edad Media, cuando la torre que hoy me ocupa formaba parte de
la Banda Morisca.
Aunque datos fiables
fiables, sólo dos:
Uno, que el actual caserío
es fruto, principalmente, del asentamiento de los familiares de los presos que,
tras la guerra civil de 1936-1939, participaron en la construcción del embalse
del Águila y del canal del Bajo Guadalquivir.
Y dos, que aquí aposentaron
sus reales los componentes del Templo de la Orden de los Carmelitas de la Santa Faz, o sea la Iglesia
Palmariana, que puso para bien o para mal a El Palmar de Troya en el mapa.
También leo que su toponimia deriva de las numerosas
matas de palmitos que crecen en los campos de alrededor; y lo de Troya por un
cortijo cercano así denominado cuyos trabajadores fueron, presuntamente, el
embrión de la población.
De su historia poco
encuentro, si acaso que se la menciona en un reordenamiento de tierras que hace
Alfonso XI autorizando a su alcaide a que explotara las tierras circundantes, y
con ello también las repoblara, a pesar del riesgo que eso suponía ya que la
torre podía ser objetivo de las correrías de los musulmanes de más allá de la
Banda Morisca.
También leo que existen
documentos del siglo XV donde figura el constante aprovisionamiento de
pertrechos a su guarnición, que en balde no sería sino porque su importancia
estratégica fue significativa.
La torre siempre dependió
del concejo de Sevilla que era quien pagaba las soldadas, el mantenimiento y el
abastecimiento militar, que debió ser considerable, pues llegó a tener una
guarnición de hasta veinticuatro hombres.
Ese dato hace suponer que la
fortificación debió de tener más elementos que la completaran, como una cerca y
estancias para la guarnición; y también un aljibe, que por entonces no estaba
constituido el pantano.
El paisaje desde la torre |
Cuando la
visité, lo que vi sobre el privilegiado cabezo, fueron los restos de una
robusta torre cuadrada, orientada a los cuatro puntos cardinales y con una
pequeña puerta en la pared que mira al oeste. Está ejecutada sobre sillares
bien labrados que también refuerzan las esquinas (en algunos se aprecian las
marcas de cantero, varias, de lo que se deduce que fue abundante el número de
trabajadores que hubo en su construcción); el resto de los muros, de algo más
de un metro de espesor, es de sillarejo que se rellena en su interior con
restos de cantería y tierra.
Apréciese la falta de sillares |
Tiene dos
plantas, ambas cubiertas con bóveda de ladrillo y a las que les falta gran
parte de su superficie central.
La bóveda rota, y más arriba también |
Adosada al
muro que se orienta hacia el sur está la escalera que sube a la siguiente
planta y a la que le faltan los primeros peldaños, por lo que su ascensión es
dificultosa.
Hueco bajo la escalera, en planta baja |
La escalera, angosta e iluminada por tragaluces |
En esta
planta existen dos aspilleras y se iluminaba con tragaluces. La bóveda que la
cubre también está rota, por lo que hoy la iluminación es inmejorable.
La terraza
carece de parapeto y por lo tanto de almenado; en el centro de cada uno de sus
lados quedan restos de lo que fueron matacanes, que debieron darle una fuerte
apariencia.
Restos de uno de los matacanes |
Hará unos diez o doce años desde que la visité, y
ya estaba en un avanzado proceso de ruina,
provocado por el tiempo y por la falta de sensatez de algunos que creen
ver en estos edificios una cantera de material para sus particulares chapuzas
o, lo que es peor aún, un lienzo donde expresar y depositar sus estupideces.
Y también por culpa de otros que, desde sus
puestos políticos, policiales, judiciales o administrativos, debieran ocuparse
un poquito más de nuestras piedras viejas.
Nombre:Tore del
Águila
Municipio: El Palmar
de Troya
Provincia: Sevilla
Tipología: Torre de
vigilancia
Época de
construcción: siglo XIV
Estado: Arruinándose poco a poco, o mucho a
mucho. Cuando la vi me pareció que la ruina era algo imparable. Como
seguramente hoy debe de continuar.
Propiedad:
Pública
Uso: oficialmente
ninguno, pero es obvio que es almacén de venta de materiales de
construcción, basurero y muro de expresión gráfica.
Protección:
Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de
abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Inscrito como BIC, nº 155, BOE 29/06/1985.
En 1993 la Junta de Andalucía otorgó reconocimiento especial a los
castillos de la Comunidad Andaluza
Visitas: totalmente
libre (incluso el interior), pero con precaución, muchísima precaución, sobre
todo si se sube a la terraza.
Puntuación subjetiva: 2
Otras cuestiones de interés: el paisaje y, si se puede y lo permiten, una visita a Iglesia Cristiana Palmariana de los Carmelitas de la Santa Faz .
Cómo
llegar: Fácil, desde Sevilla a Utrera por la A-376 y antes de entrar en éste
pueblo, rotonda y coger la A-375, y en seguida desvío hacia el Palmar de Troya
por la A-394. En este pueblo localizar la SE-9015 y seguirla hasta el pantano,
camino a la izquierda y allí está la torre.
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