martes, 16 de mayo de 2023

Magacela, castillo de Magacela (1)

Ya era hora de que le metiera mano al tema. Ha llegado el momento de sentarme ante mi mesa y poner los dedos en el teclado para escribir sobre el castillo que ha sido, y sigue siendo, el primero en mi memoria y en el orden subjetivo de mi gusto por estas piedras viejas.

Es Magacela la silueta que siempre vi, y veo cuando desde mi pueblo miro al sur, incluso cuando no sabía hacia donde había que mirar para mirar al sur. Invariablemente me atrajo aquel cerro afilado y lejano en medio del llano, como un tajo invertido que rasga el cielo, con la cresta del castillo coronándolo. La primera vez que subí, tendría ocho o diez años, me emocioné como pocas veces hasta entonces —muchos años después sentí lo mismo una fría y solitaria mañana de noviembre en la impresionante fortaleza de Gormaz, feliz analogía con treinta años de distancia—. Bajé casi corriendo, muy deprisa, sentía la necesidad de contárselo a alguien, a mis padres que nos esperaban a los pies de la montaña. Y así desde entonces, cada vez que subo, que han sido muchas. Han sido tantas, y de todas un grato recuerdo.

Cara norte del castillo, en primer plano el dolmen.

Magacela fue Umm Gazala árabe —Gran Madre, Casa Grande, Casa Segura—, Ummagazala, Magazala, Magazela, y a continuación Magacela. O a lo mejor no; a lo mejor antes fue Magae Caelum —¿Cielo de la Bruja? —. O cualquiera de todas las hipótesis que sobre su origen existen, incluida la Magalia Quodam —Refugio de Pastores—de Delgado Vallina y que parece ser avalada por el mismísimo Edward Cooper, lo cual ya es toda una garantía. Aunque yo siempre he tenido en mente que Magacela es Umm Gazalla, y con ella me quedo.

Pero quien se niega a no creer la leyenda que desde críos hemos oído, que la princesa mora que lo habitaba tuvo que dejar a medias la cena tras contemplar como el oscuro llano se llenaba de luces de antorchas que presagiaban un inminente ataque de los cristianos; dando ya por perdida la fortaleza y con ello también su vida, exclamó “…amarga cena, amarga cena para mí”.

Esté donde esté el origen del nombre y del lugar, lo que no cabe duda es que es remoto, como el dolmen —cinco mil años dicen que lo contemplan— que aún resiste a los tiempos a mitad de camino de la cercana ermita de la Virgen de los Remedios. Y como también lo son las pinturas encontradas en un resguardo de la cara sur de la sierra; y la estela decorada —la Estela de Magacela— de la Edad del Bronce que se conserva en el Arqueológico Nacional en Madrid (*1). Lo que nos hace suponer un poblamiento más allá de cuando creemos que Magacela adquiere importancia dentro de la historia.

El castillo desde el sur.

Los romanos tuvieron aquí un asentamiento —sus ciclópeos muros del este bien pudieron ser parte de Arsa Túrdula o de Astyla—, seguramente apoyados en los restos de otra cultura anterior; esos grandes peñascos, desgajados de la propia montaña, se utilizaron para fundamentar la muralla. Y de la realidad a la leyenda sobre la posible muerte de Viriato en este lugar, hacia el 139 a.C., a manos de tres de los suyos y a instancias del cónsul romano Quinto Servilio Cepión.

Y ochocientos años después, más o menos, los musulmanes ocuparían la montaña y levantarían a lo largo y ancho de la cima una alcazaba que habitaron hasta que, en 1232, D. Arias Pérez, III Maestre de la Orden de Alcántara (*2), en nombre del rey Fernando el Santo:

«…habiendo tomado por armas la Ciudad de Truxillo, dejando buen presidio de gente en su guarda, con quinientos Caballos y muchos Infantes, pasó adelante con ánimo de conquistar algunos Castillos y Villas de el Partido que hoy llaman de La Serena. El primero que rindio fue el de Mojafar ... de alli pasó sobre Magacela, que dos leguas distante en lo más empinado de un levantado monte tiene su aliento. Llego, asediola, y á los primeros asaltos reconocio las pocas fuerzas de los que la defendian; continuólos el Maestre, y no pudiendo sufrirlos la rindieron junto con el Castillo que ya otra vez habian sido ganados por el Rey de Leon, y vuelto á perderse…».

Que así lo contaba el historiador Alonso Torres y Tapia. Y bien pudo ser la toma de la fortaleza la noche en la que muere la princesa mora de la leyenda, para dejar de ser leyenda y ser historia.

Pero saltan dudas con respecto a la fecha exacta de la toma del castillo, pues existe un privilegio del rey Fernando, fechado en mayo de 1235, que dice:

«…ano quo capta fuit Magacela, dice, y los Anales Toledanos, con estas palabras, Los freyres de las órdenes prisieron a Magacela en febreroera MCCLXXIII».

A la vista de ello se podría datar, definitivamente, la conquista de Magacela en febrero de 1235. Pero no está en mi ánimo ni en mi conocimiento hacer tal aseveración.

Aunque antes, cuando reinaba Alfonso VIII el Noble, o el de las Navas que suena mejor, el castillo fue ocupado por los cristianos, pero, eso sí, previa evacuación de sus habitantes, sin asedio, ni lucha ni asalto.

Inmediatamente después de la ocupación, la plaza es donada a la Orden de Alcántara a cambio de la de Trujillo. Magacela se convierte en encomienda de la orden, encargándose de la repoblación de la comarca. Se deslindaron términos y se repartieron tierras entre las de Santiago y Alcántara.

Magacela se incorporó a la Mesa Maestral de esta última orden y se funda un convento con título de Prior, del que dependerán todos los pueblos del contorno. Es ésta la etapa de mayor esplendor de la villa, la cual aún quedaba reducida al interior de las murallas, conviviendo cristianos y musulmanes en aparente armonía. Junto con Benquerencia, Magacela tuvo la más importante aljama de lo que hoy es La Serena, hasta el punto que en 1369, Enrique II dispuso leyes a su favor, entre otras materias para que:

«…los moros y moras no pudiesen estar presos sino en su carcel propia, ni darles tormento otro que su Alcaide Moro…»

E incluso se les eximiera de ciertas contribuciones a las dos villas, Magacela y Benquerencia.

Cronológicamente toca ahora hacer mención a los hechos sucedidos en la segunda mitad del siglo XV y que son conocidos como la Guerra del Clavero, en la que D. Alonso de Monroy, por entonces Clavero (*) de la Orden, disputa a D. Gómez de Cáceres y Solís, Maestre de la Orden de Alcántara, la plaza de Magacela. Cosa que no consiguió hasta 1473 en que fue nombrado Maestre de la Orden. Tres años después sería sustituido en el cargo por el que sería el último Maestre, Juan de Zúñiga. Moriría D. Alonso en 1511 en el castillo de Azagala.

Retomemos el tema. Todo fue de ese modo, relativa y sosegada convivencia entre culturas y religiones, hasta que los Reyes Católicos optan por mandar fuera de sus reinos a los que no quisiesen convertirse a la santa fe. Lo que no se consiguió del todo, permaneciendo moriscos y judíos en diversos lugares de la Península Ibérica hasta el siglo XVII, en que Felipe III publica en 1609, el decreto de expulsión.

A finales del siglo XVIII el castillo estaba arruinado — «…es poblacion con castillo y fortaleza, que la injuria de los tiempos los ha arruinado en la maior parte…»—, dependiendo su alcaidía de la sede de la Orden en Almadén. El Priorato seguí en activo, pero su Prior —un tal Manuel Feliciano de Silva y Pantoja— residía en Villanueva, pues la sede prioral se había trasladado dada la «... total carenzia de aguas», y aprovechando la existencia de un convento se utilizó éste como sede del Priorato.

Desde la ermita de la Virgen de los Remedios.

En 1851, con el acuerdo entre el Gobierno y la Santa Sede que pretende una nueva jerarquía en la demarcación territorial que llevaba aparejada la disolución de las Órdenes Militares y la desaparición de sus privilegios —los prioratos se disolverían treinta años después, y sus territorios se incorporarían a los obispados—, comienza, o peor aún, continúa el declive económico y social de Magacela. Además del patrimonial, que culminaría durante la Guerra Civil con la destrucción de la iglesia y de su segundo retablo, éste del siglo XVIII.

Bajo la advocación de Santa Ana, fue parroquia de la villa hasta 1936. Curiosamente, de su destrozo y expolio nada dice la, por otra parte, densa página web del Ayuntamiento magaceleño. Son datos — u ocultación de datos—a los que nos tienen acostumbrados muchas corporaciones municipales.

Han sido dos siglos en los que el pueblo parecía estar en el olvido, situación que, para consuelo de muchos, ha cambiado radicalmente al menos en el aspecto cultural. La economía ya es otra cosa.

Inexpugnable desde el sur.


(*1) Leo en la red que en el pueblo existe una copia, pero yo no la he visto; y es que no tenía noticias de ello.
(*2). En Wikipedia leo la lista de los maestres de la Orden de Alcántara, y sitúan a D. Arias Pérez en quinto lugar. Y la fecha de la conquista de Magacela, el 24 de abril de 1234.
(*3) en las órdenes de Calatrava y Alcántara, el título de Clavero era un oficio honorífico, pero a la vez se trataba de una dignidad; era la persona que custodiaba las llaves del Castillo, Convento Mayor, Archivo y otros.

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