martes, 7 de agosto de 2018

Vélez-Málaga, la Fortaleza


Hoy bajo un poco más al sur, llego hasta Vélez-Málaga, así con guión, en la provincia de Málaga (¿elemental?) para subir hasta su castillo. O mejor hasta su fortaleza como orgullosamente lo llaman allí —en algún texto incluso la catalogan como alcazaba, pero eso me parece un poco pretencioso, aunque quien sabe—. Fortaleza que domina, observa y acoge a sus pies esta población, la más importante de la Axarquía y la tercera de la provincia: ochenta mil habitantes del lugar a los que hoy ya no protege, ni falta que hace, este castillo, alcazaba o como quieran llamarla. Ya veré a qué conclusión llego sobre su tipología cuando termine de escribir esto.

Vélez-Málaga, así con guión, es ciudad desde que en 1487 lo decidieron los Reyes Católicos. Pero mucho antes ya era lugar destacado, desde los fenicios y los romanos. Restos de ambos pueblos han aparecido por todo el entorno.
 Es con los árabes, que fundan el actual núcleo urbano en el siglo X, con el nombre de Ballix Malaca, cuando de verdad crece en población y patrimonio, estructurándose la Villa bajo la fortaleza, ante el crecimiento de la población cuando superó los límites de la muralla de la alcazaba.
Vélez-Málaga fue conquistada por el rey Fernando el Católico el 27 de abril de 1487. A pesar de la conquista, no fue un buen día para el rey, pues estuvo a punto de morir, lo que según dicen se manifiesta en el escudo de la ciudad, aunque por más que lo miro, y leo su descripción, no encuentro el mal momento del Católico. Sí se aprecia sin embargo el mal rato que están pasando el resto los figurantes:

Al interior, en la parte superior del escudo aparece un cielo azur, mientras que la parte inferior y la parte central de los flancos se representa un campo con vegetación en sinople.
En la zona central aparece el rey Fernando el Católico con brazo derecho elevado y con espada, sobre el caballo rampante que se representa en color marrón natural. El rey aparece con armadura y la silla de montar en oro, con falda de malla con sombreados de plata y sable, y espada y escudo en plata.
En la parte inferior del caballo, en su zona trasera, se representa a Sebastián Fernández, palafrenero real, yaciente con pantalón en gules, chaqueta marrón y tocado blanco. A su lado aparece otra figura yaciente que posa su mano sobre la cabeza.
En la parte diestra del escudo, por delante del caballo aparece un moro con turbante blanco, coraza en oro, escudo en azur, falda marrón que es atravesado por lanza. Inmediato y por encima de éste se representa un soldado castellano con casco y coraza en plata, con escudo en gules.
Al timbre corona real abierta.  

Terminada la Reconquista la ciudad crece y se reordena: las mezquitas cambian a iglesias —Santa María, San Juan y San Roque— y nacen conventos como el de San Francisco, monasterios como los de Nuestra Sra. de Gracia y el de San José de la Soledad y hospitales como los de Los Lazarinos y el de San Marcos.
Vélez-Málaga desde la Fortaleza

Decía que la fortaleza, la alcazaba, el castillo en fin, se yergue sobre el punto más alto de la población, acogiendo a su alrededor el primer núcleo de casas que tuvo Vélez-Málaga, el denominado Barrio de la Villa. Y lo viene haciendo desde el siglo IX-X, que fue cuando los árabes la levantaron, eligiendo para ello una rocosa colina de piedra caliza de 130 metros de altitud sobre el nivel del mar, desde la que dominarían visualmente la población y sus alrededores. Y también el mar.
Se amplía, reforma y reconstruye en tiempos sucesivos, llegando a ser, en los siglos XIV y XV, la alcazaba de una de las ciudades más importantes del Reino Nazarí. Desde allí se controlaba la vega del río Vélez y, en gran medida, la comarca de la Axarquía, las poblaciones y su economía.
  
Tan importante fue, que su defensa, ante el asedio del rey Fernando el Católico, estuvo al mando de Muley Hacén, conocido como el Zagal, tío de Boabdil y penúltimo rey de Granada. Tres días de sitio y el uso de artillería bastaron para que el Zagal se rindiera. Corría el año 1487 y Muley Hacén no sólo perdió Vélez, sino también el trono de Granada en favor de su sobrino. Poco después, en agosto del mismo año perdería Málaga.
Tras la conquista cristiana, el castillo fue Casa Real y posteriormente Capitanía General, cárcel y Cabildo.
En el siglo XVII se prescinde de sus usos, militar y administrativo, por lo que se desmantela gran parte del conjunto. Toda la zona es ocupada por clases económicamente más humildes que transforman las viejas edificaciones subdividiéndolas para un mejor y más intensivo uso, modificándose toda la estructura de la alcazaba y barrios aledaños.
Los franceses, durante su aventura española, lo reformaron para adaptarlo a sus necesidades bélicas y cuarteleras, sobre todo en la zona de lo que fue el patio de armas; y en su huída en 1813 —como en ellos fue costumbre— volaron amplias zonas del edificio a fin de menoscabar su capacidad defensiva y evitar su posterior utilización.
Vista desde la Torre.

El siglo XIX lo trató mal, perdió definitivamente sus funciones y con ello su aprovechamiento. Aunque aún tendría un penúltimo uso que fue la obtención de cal en sus terrenos del lado suroeste y la diseminación de sus piedras para otras construcciones. Estas actividades llevaron a la casi total destrucción del yacimiento arqueológico, pues había que llegar a las cotas necesarias para extraer la cal: el necesario vaciado de tierras de la cantera y el expolio de las estructuras llevó a la práctica desaparición de la fortaleza —la denominación permanecerá siempre en los habitantes del lugar—, a lo que se unió la voladura del gran aljibe, construido en tapial durante la época nazarí, a fin de aumentar la explotación de cal.
A mediados del siglo pasado apenas si quedaban en pié la Torre del Homenaje y dos puertas, la de Antequera y la Real. Es en esos años cuando el Ayuntamiento decide recuperar la fortaleza —me estoy acostumbrando al vocablo— para lo que, después de adquirirla, repobló de árboles el entorno y reconstruyó algunos de sus elementos. Aunque no con todo el acierto y rigor científico que debiera.
Paseando la compañía por la reconstruída muralla.
Es por todo ello por lo que es muy poco lo que hoy se puede pasear, una mínima parte de lo que fue, apenas lo consolidado y sobre todo reconstruido durante la década de los setenta. Como la Torre del Homenaje, cuadrada y muy alta —la desproporción entre estas dos dimensiones hace que su esbeltez sea muy evidente; desde la lejanía lo es aún más—. También se reconstruyeron una de las puertas y un lienzo de muralla en la zona sureste con tres cubos macizos desmochados, datados entre los siglos XIII y XV.


La ¿novísima? torre del Homenaje

Ocupó la alcazaba —decidido ya el término alcazaba, aunque alcazaba pequeña— una superficie de algo más de 1500 metros cuadrados, rodeada por un doble recinto amurallado que se adaptaba al relieve de la montaña, con lo que duplicaba así su defensa, la natural y la del hombre. Toda la muralla quedaba reforzada por una serie de pequeñas torres cuadradas y macizas —sólo se conservan tres—. Todos estos elementos fueron construidos en mampostería y verdugadas de ladrillo, pero rellenos de cal y arena.

Interior de la Torre del Homenaje.
Terraza de la Torre y almenado.
En el punto más alto del cerro está la torre del homenaje, totalmente reconstruida, que al igual que las otras torres, es de mampostería y verdugadas de ladrillo; sus esquinas también de ladrillo e igualmente sus almenas.
Junto a la torre, la puerta Real o de la Villa, de arco de herradura y típico acceso en recodo. Tuvo además otras dos puertas, la de Antequera y la de Granada, situadas, es de suponer, en el inicio de los caminos a esas dos ciudades.

Nombre: Castillo de Vélez Málaga.
Localidad: Vélez-Málaga.
Municipio: Vélez-Málaga.
Provincia: Málaga.
Tipología: Castillo, alcazaba.
Época de construcción: Siglos IX-X.
Obras posteriores: Sucesivas etapas de construcción, tanto musulmana como cristiana. Los franceses también debieron aportar algo, aunque terminaron, cómo no, destruyéndolo todo.
Todo lo que hoy se ve se reconstruyó en la década de los setenta del pasado siglo.
Estado: Lo reconstruido, que es casi todo, se encuentra en perfecto estado (es que está como nuevo).
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre patrimonio Histórico Español.
Declarado Bien de Interés Cultural desde el 22 de junio de 1993.
Incluido en el reconocimiento especial de la Junta de Andalucía a los castillos andaluces.
Reproducción de un grabado expuesto en una de las salas de la Torre del Homenaje.
Propiedad: Ayuntamiento de Vélez-Málaga.
Uso: diversos usos. Como mirador queda muy bien.
Visitas: acceso libre. Siempre está abierto.
Mi clasificación: 2. O sea, si se pasa cerca y se va con tiempo pues se acerca uno a verlo. Es decir, que se incluirá en una ruta de viaje pero no pasa nada si luego no se visita.
Las vistas y la ciudad casi obligarían a una puntuación más alta.
Otras cuestiones de interés: El centro histórico de Vélez-Málaga está declarado Conjunto histórico artístico, conservando un significativo patrimonio arquitectónico mudéjar y barroco, con palacios, iglesias y conventos entre calles pintorescas.
Desde lo más alto de la Fortaleza, la visión de un inmenso y magnífico panorama para recreo de los ojos, con lo que se puede dar por bien empleado el viaje hasta allí incluido el extravío por las intrincadas calles de la Villa.
Cómo llegar: la autovía A-7 de Málaga a Almería, pasa justo entre el mar y Vélez-Málaga. Llegar hasta el castillo tiene cierta complejidad; el GPS me perdió por el laberinto de calles.
Se accede al castillo desde la carretera del Polideportivo Fernando Hierro.



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