martes, 3 de julio de 2018

Lisboa, Torre de Belém (2)

El castillo de San Vicente junto a Belém, o sea, la torre de Belém, es una fortaleza que estructuralmente está dividida en dos partes: la torre propiamente dicha y el baluarte; pero unidos en un solo edificio que se levanta sobre un alambor perimetral que apenas si sobresale del agua. Una curiosidad: toda la torre se construyó con piedra de Lioz, una caliza que se extrae en canteras cercanas a Lisboa, sobre todo en el entorno de Sintra; la piedra formaba parte de los excedentes de las obras del Monasterio de los Jerónimos, que se estaba construyendo paralelamente.

Se accede a la fortificación, después de salvar una moderna pasarela y un puente levadizo, por una puerta situada en el muro del baluarte maclado a la torre. Esta puerta queda protegida por uno de los seis garitones que refuerzan los vértices de la terraza del bastión; aunque estaría mejor decir que adornan y embellecen, y hacer esto extensivo a todos los elementos del edificio, sin exclusión, pues todos están profusamente decorados. En el caso de esta puerta, de marcado estilo manuelino, como toda la torre, destacan las columnillas que la flanquean rematadas con la esfera armilar, el intradós del arco abocinado y el escudo de Portugal sobre su clave. Por encima de la puerta dos almenas labradas con la cruz de la Orden de Cristo, lo cual se repetirá en todas y cada una de los merlones de la edificación, a excepción de las del terrado de la propia torre que se rematan en pirámide. Esas cruces no son de la obra original, sino que fueron añadidas durante unos trabajos de restauración a mediados del siglo XIX. Todo ello para continuar con la profusión de ornamentos propios del manuelismo, que se caracterizó por dotar a la arquitectura, de manera ostensible, de una gran variedad de símbolos que continuamente recordaran el poder del monarca y la naturaleza universal de la nación.


El baluarte es un cuerpo adosado a la cara sur de la torre, de una planta más la terraza y muros con un espesor de 3’50 metros; bajo él existen algunas dependencias de poca altura, que tuvieron la función de almacenes, tanto para munición como víveres —con el tiempo, también fueron usados como mazmorras—. Su planta es un hexágono irregular, teniendo dos lados paralelos de mayor longitud que el resto, y que se alargan hacia el río. El lado por el que se adosa a la torre es más largo que el de ella, y no está paramentado con ésta, sino ligeramente retranqueado, lo que da una fuerte sensación de unión y maclaje. Es por lo que de ese lado sólo quedan a la vista dos pequeños muros del baluarte que sobresalen de la torre. 

Cañones en el interior del baluarte.

La puerta de entrada nos lleva directamente al interior del baluarte, su única planta, donde se disponía toda la artillería de la fortaleza: dieciséis cañones de gran calibre dispuestos en otras tantas cañoneras de tiro rasante, más otras dos troneras situadas una junto a la puerta y la otra, simétricamente, en el lado opuesto de la torre. En el centro existe un pequeño patio interior a manera de claustro, formado por arcos que iluminan el interior, pero cuya construcción es relativamente reciente, en concreto del siglo XIX.

Cara sur de la torre desde el patio interior del baluarte.

En el techo se abre un hueco al exterior que permitía la ventilación de los humos producidos por los disparos. El solado de la enorme sala tiene una suave pendiente desde el centro hacia el exterior, a fin de asegurar la evacuación del agua que entrara por las cañoneras, el hueco de ventilación y el patio interior, a la vez que daba a los cañones una posición más segura.

Terraza del baluarte desde la torre.

En la terraza, los seis vértices del hexágono se refuerzan con garitones que se cubren con cupulillas sobre un ensogado perimetral, y que presentan al exterior unos gajos sobre los que se apoya un pequeño pináculo. Aquel ornamento, el ensogado, es decoración muy recurrente en la arquitectura portuguesa del momento y por ende en esta torre, hasta tal punto que una soga ciñe por completo a la altura de la terraza del baluarte y de la planta baja de la torre, cerrándose en la cara norte de la torre con un nudo.

Todo el parapeto perimetral está almenado con merlones en forma de escudo que lucen la cruz de la Orden de Cristo. Sobre la barandilla del patio interior, y mirando al sur, se alza en un pedestal una imagen de la Virgen de las Uvas.

Sobre esta terraza estuvieron los llamados Cuarteles Filipinos, unas dependencias levantadas en 1580, y que permanecieron no sólo durante el período de la conocida como Dinastía Filipina o Tercera Dinastía, sino incluso más allá en el tiempo, ya que fueron demolidos en las reformas realizadas en el reinado de María II (1826-1828).

 


La torre es de planta cuadrangular, cinco pisos más el terrado y 35 metros de altura. Aparentemente son cuatro las plantas en las que está dividida, pero en realidad hay una más no visitable, a un nivel levemente inferior al de la sala de la artillería del baluarte; esa planta semisótano fue usada como cisterna.

Acceso al semisótano de la torre.

Escalera de comunicación entre plantas.

El primer piso es la conocida como Sala del Gobernador, llamada así porque probablemente fuera ésta la estancia que ocuparon los gobernadores de la torre; el primero fue Gaspar de Paiva, nombrado en 1521. Se llega a ella a través de una estrecha escalera, situada en la cara sur de la torre, que parte de la terraza del bastión. El techo es una bóveda de arista recubierta con mortero de cal, al igual que las dos siguientes; en las esquinas del muro norte están los huecos por los que se accede a dos garitas voladas, las cuales incorporan un asiento para comodidad del centinela.  Sobre cada uno de estos garitones, se ven dos estatuas, el Arcángel San Miguel a la derecha y San Vicente, patrón de Lisboa, a la izquierda.

En el centro de sus paramentos norte y este se abren sendas ventanas de arco de medio punto. Una escalera de caracol, situada cerca de su esquina suroeste, comunica con las plantas superiores; en el alzado sur se observan los pequeños huecos para iluminación de la escalera.

Sala de los Reyes, puerta al balcón de la fachada sur.


Sala de los Reyes, balcón de la fachada de levante.

Al segundo piso se le llama la Sala de los Reyes, y al igual que la anterior, ocupa toda la planta. Hacia el sur se abre en un balcón cubierto a modo de logia, formado por una arcada de siete arcos, corrido en toda la fachada y apoyado sobre una sucesión de canes; entre algunos de esos canes se abren perforaciones circulares a modo de los huecos de un matacán. En cada una de las otras tres fachadas, y centradas en el paramento, se abre un balcón de inspiración italiana en cuya baranda, nuevamente, están labradas cruces de la Orden de Cristo. La estancia se calentaba con una chimenea de piedra situada en el rincón noroeste.

El escudo de Portugal en la fachada sur de la Sala de las Audiencias.

Interior de la Sala de las Audiencias.


La tercera planta la ocupa la Sala de Audiencias, en paramento orientado al sur se abren dos ventanas con arco de medio punto, y entre ellas un majestuoso escudo de Portugal; flanqueando el conjunto, dos esferas armilares. En el centro de los otros tres paramentos se abren ventanas geminadas de arcos de medio punto, que se enmarcan por el interior en un arco rebajado; el grueso de sus muros es ocupado por cortejadores. Al igual que la sala de los Reyes, ésta también dispone de una chimenea de piedra.


Bóveda de la Capilla y cortejadores en la ventana de la fachda este.

El último piso, que es ocupado por la Capilla, tiene menor sección que los de más abajo, por lo que permite que esta cuarta planta disponga de un adarve perimetral almenado cuyos merlones, al igual que los del baluarte, tienen forma de escudo con la cruz de la Orden de Cristo labrada en la piedra. La capilla está cubierta con una bóveda nervada decorada con motivos de la heráldica manuelina en las intersecciones de los nervios: esfera armilar, cruces de la Orden de Cristo y escudo real. Al exterior se abren dos huecos: uno al este y otro más pequeño y abocinado al norte.
Ventana de la Sala de Audiencias y el último cuerpo correspondiente a la Capilla.
 

Mi Compañía, aquel día.

 

EL RINOCERONTE:

 

Y termino con el Rinoceronte de la torre. La verdad es que cuando visité la torre desconocía su existencia y seguí desconociéndola hasta que he buscado documentación para escribir esta entrada, y así es como me he enterado de por qué en una esquina de la torre figura tallado un pequeño rinoceronte. Concretamente se encuentra bajo la garita del baluarte situada en su esquina noroeste. Hay que fijarse bien para verlo.

Existen dos versiones sobre el por qué aparece ahí esa talla. Veamos:

La primera nos habla de que fue Alfonso de Alburquerque, gobernador en alguna colonia portuguesa en Asia, quien trajo el animal como regalo para Manuel I, arribando a Lisboa con el animal el 20 de mayo de 1515, cuando aún no se había construido la torre. Un animal así no se veía en Europa desde los tiempos del Imperio Romano, por lo que el interés y la popularidad que levantó en la población hizo que su figura se incorporara a la multitud de motivos que adornan la torre para que así fuera recordado tal acontecimiento.

La segunda versión cuenta que en 1517 el sultán de Cambay, el actual Guyarat (un estado de la India) regaló a Manuel I dos animales: un elefante y un rinoceronte. Para determinar cuál de los dos animales era más poderoso, se organizó un evento en las inmediaciones de la torre en donde se enfrentarían ambos animales. Tanto el rey como la muchedumbre congregada quedaron decepcionados, pues el elefante, en cuanto vio al rinoceronte, se dio media vuelta y se fue. Ante tal circunstancia se dio por vencedor al rinoceronte, cuyo triunfo quedó conmemorado con una talla en la Torre de Belém.


Fuera cual fuese la verdadera historia, lo que sí parece cierto es que el rey decidió regalar el animal al Papa León X, dentro de una misión diplomática a Roma que tenía la finalidad de ganarse el apoyo de la Iglesia hacia las expediciones portuguesas. Así que se lo hizo llegar por barco, con tan mala fortuna que la nave naufragó durante una tormenta frene a la costa de Génova, ahogándose el animalito.

La Torre de Belém desde el monumento a los Descubridores.

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