Es hora pues de
hacerlo con más relajo, con otros ojos; o mejor, con los mismos pero fijándolos
casi en exclusiva en esos otros que jalonan el paisaje, esos que vigilan los
caminos —no recuerdo dónde lo leí y lo lamento, alguien escribió que los
castillos son los ojos de los caminos—.
![]() |
En verde, la original Vía de la Plata. |
La Vía de la Plata
no fue una más de las muchas vías que construyeron los romanos sino que fue una
de las más importantes. Para entenderlo así basta mirar un mapa de la Península
Ibérica en el que se reflejen todas las vías romanas e inmediatamente se podrá
interpretar que la línea casi vertical que la de la Plata traza sobre el plano
y que va desde Augusta Emerita hasta Asturica Augusta, era el camino más
corto y rápido para unir sur y norte, la asentada Bética con la Gallaecia por
conquistar. Más tarde, en la Edad Media cambia el sentido, y fue de norte a
sur, que ese era la dirección de la Reconquista. Y viceversa, cuando uno de los
caminos de Santiago, el Mozárabe, discurrió y discurre sobre ella. Para ir
decayendo en el siglo XVIII con la implantación de un incipiente sistema radial
de caminos, que se vería potenciado a principios del siglo XX cuando esa
estructura radial se potencia y consolida.
Curiosamente, dos mil años
después de que los romanos la trazaran y ejecutaran, sigue vigente su
itinerario, aunque bastante más ampliado. Sobre él discurre la actual Vía, que
fue ampliada, manteniendo su nombre en el tramo clásico y extendiéndolo en el nuevo
trazado. Por el norte la Vía llega hasta
la ciudad de Gijón —la apertura al mar, necesaria para las comunicaciones, los
transportes, la economía en definitiva—; y hasta Sevilla por el sur —otra vez
las comunicaciones, etc., y la salida al mar, que Sevilla es puerto, fluvial
pero puerto—. Si bien, en muchos tramos, y para fortuna del camino original, la
nueva carretera discurriría por trayectos paralelos.
Admitido pues el aumento que
la Vía ha tenido en el pasado siglo, y que le ha hecho crecer de los 470 km que
distan Mérida y Astorga, a los 830 km que separan Sevilla y Gijón —siempre
contándolos sobre el trazado actual—, me dispongo a recorrerla ahora, aunque
sólo sea en el papel, para situar en éste todos los castillos de la ruta y que
tanto me gustaría pasear.
Decía más arriba que
era hora de pasar sobre la Vía de la Plata con más calma, sí, y ojalá pudiera
hacerlo de una manera explícita, con la voluntad de detenerme a cada instante
si el paisaje lo requiere, o desviándome ligeramente si las circunstancias lo demandan;
sin importarme la exactitud del camino ni la precisión de la ruta —ni, por
supuesto, el tiempo empleado—, permitiéndome la licencia de aproximarme a
fortificaciones cercanas que no me alejen en exceso de mi camino.
Partiría, llegado
el deseado momento, desde Sevilla. Y no sólo por ser inicio o fin de la Vía,
sino porque es la ciudad donde resido, y eso me facilita las cosas. Mientras
tanto dejemos en el papel virtual de esta CasadelaTercia todos los castillos
que flanquean la Vía y los que hay un poco más allá. Voy a por ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario