martes, 25 de mayo de 2021

Lora del Río, Castillo de Setefilla


El castillo de Setefilla está en Lora del Río. Bueno, en su término municipal; a poco más de doce kilómetros de la población y a casi setenta de mi casa (esto último no sé a qué viene, pero como referencia no está mal, para situarme).
Leo en la red —en varias páginas, por lo que creo se deben copiar unos a otros— que se encuentra en las proximidades de la confluencia del arroyo Churre con el río Guadalquivir, pero la verdad, el río grande pasa a algunos kilómetros del castillo. En las inmediaciones hay otros arroyos, que no son el Churre, pero no son datos significativos.
También leo en la red, e incluso en varias páginas, que el cerrillo sobre el que se levanta el castillo es lo que en arqueología se llama un tell, palabra antigua, árabe y hebrea, que viene a significar colina o montículo:

Un tell es el resultado de la acumulación de materiales procedentes de la ocupación humana durante largos periodos de tiempo, y de la consecuente erosión. Se trata, en mayor medida, de elementos de construcción, tales como piedras, muros de adobe y ladrillos.

Hecha esta observación, continuamos con el castillo.
Camino hacia el castillo.


EL CASTILLO:

Aquí, en este cerro, estuvo el germen de lo que hoy es Lora del Río, habiéndose descubierto en este lugar vestigios que se remontan a la Edad del Bronce (entre 1500 y 1000 años a.C.).
También fue asentamiento romano, y cuando éstos lo abandonaron, los pobladores se trasladaron hacia el valle, buscando la cercanía del río Guadalquivir.

Los árabes volvieron a fortificar el montículo entre finales del siglo IX y principios del X. A aquella fortificación se la conoció como Chandafilah o Chant Fila, apareciendo este nombre en crónicas de la época.
Durante el dominio árabe fue un importante lugar, un hisn dependiente de la cora de Sevilla, que controlaba los caminos hacia la Sierra Norte (Cazalla, Constantina, Alanís, etc.).
Importancia que siguió teniendo en época posterior —llego a la conclusión de que siempre hay que decir que todos los castillos fueron enclaves notables, levantados en sitios estratégicos, que controlaban cruces de caminos, etc., etc.; y Setefilla no iba a ser menos—.



Como toda esta región de la Península Ibérica, el castillo fue conquistado por Fernando III, hacia el 1243; y unos años después, es Alfonso X quien lo cita como Septefilia —Siete Fillas—, pero refiriéndose a una zona más amplia de la comarca que englobaba a siete villas o despoblados cercanos, incluyendo el propio lugar de Setefilla.
El castillo pasó a manos de los Hospitalarios, formando parte de la bailia que la Orden estableció en Lora y que englobaba a esas siete villas. Estos lo reformaron y ampliaron pues la edificación islámica tenía menor superficie que la que hoy dispone.
En 1539, el cerro de Setefilla ya estaba definitivamente abandonado, habiéndose trasladado sus habitantes a la actual Lora.

Pero el castillo de Setefilla no siempre se llamó así, pues está documentado que también se lo conoció como Lawra, un arabismo derivado de la palabra latina que significa mesa, cerro elevado. De Lawra a Lora fue fácil llegar, y lo del Río viene por la proximidad del Guadalquivir; como otros pueblos de la comarca.



LOS DETALLES:

La planta del castillo es un polígono muy irregular cuyo perímetro, cómo no, se va adaptando a la cumbre del cerro, ocupando una superficie de alrededor de 4.000 m2 (3.000 el primero y unos 1.000 el segundo). A él se llega por un camino que parte, desde el sur, de otro que viene de la ermita.

Lo que queda de la puerta de acceso.


Torre de la puerta, desplomada.


La puerta de acceso desde el interior.


La puerta de acceso fue en recodo conservándose parte de ella y los restos de una torre, ahora desplomada, que debió protegerla.
Una vez dentro se observa el primer recinto de los dos en que está dividido el castillo, donde estuvo el Patio de Armas y, es de suponer, dependencias propias de la vida en el castillo. También quedan restos de un aljibe, de forma rectangular y reducidas dimensiones, cubierto con una bóveda de ladrillo.
La muralla, en su lado oriental dispuso de dos torres de flanqueo en los vértices de unión de los lienzos.

Lienzo de muralla en el lado norte del primer recinto.

El segundo recinto, de menor tamaño que el primero, se sitúa a una cota más elevada que el anterior. Ambos están separados por un muro —a modo de muro diafragma—, de unos cincuenta metros de largo que parte de una torre en el extremo más al norte del recinto, y desciende hasta otra torre situada a mitad del lienzo del oeste, ambas torres son de planta cuadrada. Este muro se conserva, en gran parte, en toda su altura y longitud, incluido el camino de ronda.

La torre del Homenaje desde el primer recinto.

En el centro de este muro diafragma se levanta la Torre del Homenaje que, evidentemente, es de mayores dimensiones que las demás, y el elemento arquitectónico que mejor se conserva de todo el conjunto.
Aunque, dado el estado del muro que separa ambos recintos, se puede pasar de uno a otro superando las partes más bajas de la muralla, existe en el extremo sur, la puerta original que unía ambos recintos espacios. Esta puerta es de reducidas dimensiones y está construida con sillares de piedra caliza bien labrados.

Muro diafragma y al fondo puerta que une ambos recintos.

Éste segundo recinto, al igual que el primero, es de forma irregular; tuvo también un patio central, más pequeño que el de Armas, y otro aljibe que está prácticamente cegado. En todo el paramento se observan los mechinales de los forjados o cubiertas de las edificaciones que un día tuvo.

Torre de la esquina norte, la más alta del conjunto.

En su extremo norte, y en la cota más alta de todo el cerro, perviven los restos de una torre cuadrada. Formalizando la esquina de la muralla más al oeste, queda otra torre cuadrada más pequeña que las restantes.

La torre del Homenaje desde el segundo recinto.

La Torre del Homenaje, de planta cuadrada y nueve metros de lado, es el elemento arquitectónico más notable que aún pervive.
Está ejecutada con sillares en las esquinas y mampuestos en el resto; y aún conserva zonas donde se aprecia el enlucido de cal y arena. También son de sillares bien tallados los vanos de las puertas: la de la planta baja, a la altura del patio, y la de la planta superior, a la que se accede desde el adarve del muro central.
La cámara de la planta baja se cubre con una bóveda de cañón de ladrillo, y a tenor de los mechinales perimetrales, se puede decir que tuvo una entreplanta con un forjado de madera.

Todo el castillo está ejecutado con una combinación de piedra y tapial: piedra dispuesta en irregular mampostería rellena de cantos y restos cerámicos, en las cotas más bajas de los muros, y tapial en las más altas. Esta disposición indica sin duda su pasado islámico.

La Compañía y al fondo, el castillo.


RESUMIENDO:

Nombre:      Castillo de Setefilla
Municipio: Lora del Río
Localidad:  Lora del Río
Provincia:   Sevilla

Tipología:   Castillo
Época de construcción: entre los siglos IX y X. Fue reformado y ampliado en el XIII.
Estado: Lo que viene a llamarse ruina progresiva; a lo que habría que añadir desolador estado de abandono. Un desbroce y limpieza del terreno sería un buen comienzo; satisfacción por mi parte si al menos se llegara a ello.
Con respecto de su estado, recordemos lo que Tomás Andrés de Gússeme, jerezano ilustrado del siglo XVIII, dejó escrito:

“Existe viva la fortaleza con su torre de homenaje entera, y sin lesión; tiene un recinto de muralla, con algunas otras torres, en que hay unas más bien conservadas que las otras; a este recinto lo divide en dos partes otra muralla, que encierra en sí la torre mayor, cisternas, baños, y edificios subterráneos, todo en buen estado”.

En algo más de doscientos cincuenta años, se ha echado todo a perder.

Los actuales pobladores del castillo.

Propiedad y uso: propiedad la desconozco, se ha de suponer que público.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
En 1993 la Junta de Andalucía otorgó reconocimiento especial a los castillos de la Comunidad Andaluza.
Inscrito como BIC desde el 29/06/1985 en la categoría de yacimiento arqueológico al castillo y monumento a la ermita de Setefilla.

Clasificación subjetiva: 2, o sea, si se pasa cerca y se va con tiempo pues se acerca uno a verlo. Es decir, que se incluirá en una ruta de viaje pero no pasa nada si luego no se ve.
Yo lo visité ex profeso, no está muy lejos de mi ciudad. La existencia de la cercana ermita de Setefilla motiva aún más el viaje.
Visitas: Acceso libre, aunque con reparos y precauciones dado el lamentable estado de la edificación y su entorno.

Cómo llegar: desde la A-4, a la altura del kilómetro 482 —dirección La Campana— tomar la A-456 hasta Lora del Río—; o en el kilómetro 506 coger la A-457 que nos llevará directamente a Lora; y de aquí la SE-6102 nos llevará hasta las inmediaciones del santuario de Setefilla. Desde la ermita, andado hasta el castillo, que está muy cerca.

Alcalá de Guadaira (4), Murallas Corachas

Nos resta para completar el paseo por una de las mejores fortalezas del sur, la descripción de las tres murallas corachas. Para ello volveremos al principio y nos situaremos casi en la base del cerro para iniciar nuestro paseo por la calle San Fernando o calle Ancha, que así se llamaba antiguamente a la vía que nos llevó hasta el Cerro del Castillo.


LA PUERTA DE SAN FERNANDO (ARCO DE SAN MIGUEL):

Crucemos la primera muralla coracha por el Arco de San Miguel, al que también llaman de San Fernando, que al fin y al cabo él fue el conquistador de la villa y bajo ese arco debió pasar cuando la tomó. La nombraré así a partir de ahora, a fin de distinguirlo del arquillo que más arriba he de encontrar y de, ya se habló de ella en la entrada anterior, la Puerta de San Miguel en la muralla de la Villa Medieval. Rectificaré, sin ningún problema, si alguna voz autorizada me corrigiera.

La puerta de San Fernando fue construida entre los siglos XIII y XV, siendo el principal acceso al arrabal que se desparrama por la ladera sur del cerro del Castillo. El arrabal fue la primera gran ampliación urbana de la población ya extramuros de la Villa Medieval.

Ese ensanche del poblamiento obligó a fortificar esa ladera del cerro, para lo que se construyeron las dos murallas corachas que, partiendo de la puerta de San Fernando, debían protegerlo: una sube el cerro hasta la muralla de la villa, y la otra baja desde la barbacana del castillo hasta el río, donde se encuentra el Molino del Arrabal. Ambas quedarán unidas por una prolongación de las mismas que discurría paralela a la orilla del río.

Hasta su reciente restauración, el acceso al arrabal del castillo se hacía bajo el arco, ya que este era el único camino para subir al castillo con vehículos a motor, pues el otro acceso, la Puerta de Santa María, situada arriba del cerro en su punta de levante, era peatonal. Actualmente, una calzada alternativa lo sortea por su izquierda en la subida, evitando el progresivo deterioro al que se veía sometido, y ofreciéndosenos tal y como fue construido

 

LA PRIMERA MURALLA CORACHA:

Decíamos que desde la Puerta de San Fernando sube hacia el norte, por la empinada ladera del cerro, la primera muralla coracha (Coracha C en el plano) que se une a la muralla de la Villa Medieval en su ángulo más meridional.

Muy cerca de donde se une esta coracha con la muralla de la villa, se encuentran los restos del arquillo de San Miguel, en la pequeña calle del mismo nombre. Se trata de un postigo que, muy cerca de la iglesia del mismo nombre, daba acceso al barrio intramuros. De reducidas dimensiones y pobre factura, se encuentra en un estado avanzado de deterioro.

Durante el siglo pasado, esta ladera del cerro fue ocupada por familias que construyeron sus viviendas adosadas, en muchos casos, a la muralla, por lo que ésta ha quedado oculta entre las edificaciones, formándose una manzana de viviendas entre la muralla y la actual calle León XIII.

Termina esta primera Muralla Coracha en el torreón situado en el vértice más al sur de la muralla de la Villa Medieval. la Puerta de San Miguel, que era el acceso que desde el arrabal del mismo nombre se tenía hacia la Villa Medieval. Se sitúa esta puerta al final de la Avda. del Águila, a la derecha, justo antes del actual acceso rodado al conjunto de la Villa Medieval. De ella sólo se conservan sus muros de tapial y piedra que conforman su planta en recodo.

 

LA SEGUNDA MURALLA CORACHA:

Esta segunda muralla coracha (Coracha B en el plano) bajaba desde la barbacana del alcázar, a la altura de la unión entre el Patio de la Sima con el de los Silos, hasta el río, protegiendo el arrabal por el norte. Un postigo, llamado del Arrabal, facilitaba la salida al exterior de la muralla. Los restos de este postigo se encuentran al final de la calle Arrabal, en el último tramo que queda de esta coracha, lugar de complicado acceso.

La existencia de esta coracha daría seguridad en las necesarias tomas de agua para los aljibes de la fortaleza.

 

LA TERCERA MURALLA CORACHA:

Desde el vértice noroeste del alcázar y descendiendo apenas unos metros por la empinada ladera, se levantó una tercera muralla coracha (Coracha A en el plano), cuya misión era dividir en ese punto la estrecha franja de terreno que rodea en esa zona la barbacana que protege la Torre del Homenaje, complicando aún más el posible ataque por ese lado. No tenía conexión con la segunda muralla coracha situada unos cincuenta metros al sur.

 De vuelta a la Puerta de San Fernando y continuando hacia su izquierda, es decir, hacia el oeste, existió una muralla que recorría toda la ribera del río, circunvalando el cerro por sus laderas oeste y norte, encerrando en su interior el Arrabal de San Miguel, hasta morir a la altura del molino llamado también del Arrabal, uno de tantos con los que cuenta el río Guadaira a su paso por la población.

A mitad de la muralla, en su extremo sur y casi en el vértice del meandro en el que el río se orienta al norte, se abría la que llamaban Puerta de la Barqueta, que daba acceso al río. Su nombre hace referencia, probablemente, a que ahí hubo un paso de barcas. Apenas si se conserva algo de esta puerta, ya que las tierras arrastradas por el río y la erosión que éste produce en la orilla, junto con la vegetación existente, han hecho que, prácticamente, haya desaparecido.

La foto no es mía, el autor (¿?) de la recreación la ha firmado.


martes, 18 de mayo de 2021

Alcalá de Guadira (3), la Villa Medieval y la Torre Mocha

De la enumeración de elementos que en la entrada anterior hacíamos, y que componen el recinto fortificado de Alcalá de Guadaíra, ya hemos visto el Castillo o Alcázar, y en su interior, el Palacio. Queda aún el resto de la Alcazaba, y dentro de ella la llamada Villa Medieval como gran espacio central y el pequeño alcázar conocido como la Torre Mocha, además de las tres murallas corachas —o dos, porque la tercera es como un apéndice del Palacio—, que junto con sus distintas puertas completan lo que fue y es uno de los conjuntos fortificados más completos de la provincia de Sevilla.


LA VILLA MEDIEVAL:
Este recinto, que ocupa la parte superior del Cerro del Castillo, fue fundado en 1280 por Alfonso X para así ampliar y poblar el lugar. De esta manera se dispondría de población estable en la alcazaba y controlar mejor el paso del río Guadaira ante las incursiones de los benimerines a finales del siglo XIII. Años después, a mediados del siglo XIV, la población se expandiría por la falda suroeste del cerro, lo que sería el arrabal de San Miguel, protegido por las murallas corachas. No hay constancia de que en este lugar hubiera habido asentamientos musulmanes previos.
La villa se organizó entorno a la iglesia de Santa María del Águila, de ahí viene la denominación que tuvo como collación —barrio— de Santa María. Estuvo formada por reducidas manzanas que albergaban muy pocas casas cada una. Dispuso de murallas al norte y al sur, quedando protegida por el flanco oeste por el castillo, y por el este por la Torre Mocha, de manera que el cerro quedaba perfectamente perimetrado. Tuvo dos accesos: la Puerta de Santa María, formando parte de la Torre Mocha, y la Puerta de San Miguel.
El poblamiento de la Villa Medieval perduró hasta el siglo XVII. En la actualidad, todo el espacio está muy transformado pues al haber sido utilizado durante la segunda mitad del siglo XX para la celebración anual de la Feria local, fue necesario ejecutar aterrazamientos y explanaciones que desvirtuaron de manera considerable el lugar.
Situándonos en la Puerta de San Miguel, se observa que de sus lados parten los lienzos de muralla y torres que circunvalan todo el recinto de la Villa Medieval:
Hacia el oeste de la Puerta de San Miguel, una muralla y su antemuro se unirán con el Alcázar —aunque apenas pasados unos metros se abre el que es el acceso actual para tráfico de vehículos— cerrando por poniente, junto al castillo, el gran recinto que es la Villa Medieval.
Y hacia el sur se prolonga también la muralla que llega hasta el torreón en donde, digamos, se bifurca en dos: siguiendo al sur se inicia una de las murallas corachas hasta la Puerta de San Fernando, y hacia el este la muralla llegará hasta el pequeño castillo de la Torre Mocha —en este último tramo se aprecia la existencia de dos torres—, junto a la que fue la puerta de Santa María, desde donde continuará por el borde del cerro envolviendo la Villa por el norte.
Todo el conjunto, además, queda protegido por un antemuro perimetral que en algunos tramos se presenta en un estado muy aceptable, y cuando no, al menos es fácilmente interpretable. Excepción hecha del tramo que va entre la Puerta de Santa María y el torreón del que parte el lienzo que baja hasta el arquillo de San Miguel, pues aquí la topografía del terreno sería suficiente defensa, no necesitando el antemuro.
Toda la muralla, de unos dos metros de anchura media, está ejecutada con mampuestos y ripios tomados con mortero de cal y arena, alternándose con algunas partes de tapial, como es el caso de los antepechos. Su estado actual


LA TORRE MOCHA:
Se trata de un pequeño alcázar que se levanta en el ángulo más oriental del amplio recinto que ocupa el Cerro del Castillo, y que protegía no sólo esa esquina del cerro, sino también a la que fue Puerta de Santa María, una entrada más directa a la alcazaba desde los nuevos barrios de la ciudad, evitándose el camino por el Arco de San Miguel y el arrabal.
Fue por tanto un edificio defensivo, no residencial. Pero también lo fue administrativo pues alojó el primer Concejo de la ciudad, lo que hoy viene a ser el ayuntamiento.
Constructiva y morfológicamente es un edificio algo complejo, pues ha sufrido modificaciones al igual que superposiciones de elementos y materiales. Los últimos trabajos arqueológicos realizados han confirmado una datación bajomedieval, siglo XIV, que vino a transformar el espacio ocupado por la Puerta de Santa María.
Este alcázar, de reducidas dimensiones, ocupa una planta pentagonal irregular, con dos accesos desde la Villa Medieval, uno de ellos es la monumental portada con arco de herradura de casi cuatro metros de altura, y que es el elemento más interesante de esta pequeña fortificación.
La Torre Mocha, propiamente dicha, se sitúa en el extremo noreste del recinto, y su nombre deriva de la inexistencia de la cámara superior —no me consta si arruinada por el tiempo o demolida por órdenes reales—. En su zona oriental, y delante de ella, se levantaban murallas, de las que aún hoy pueden apreciarse tramos, que correspondían a la barbacana que, actualmente adosada a las viviendas, se completaba con la Puerta de Santa María a la que se accedía por la rampa que baja paralela a la barbacana.
En el exterior, entre la iglesia de Santa María del Águila y este alcázar, se han localizado restos de muros y materiales fechados en el siglo XIV, que podrían corresponder con las estancias en las que tuvo su sede el Concejo de Alcalá.
Este espacio es uno de los mejores miradores de la ciudad, ha sido sometida a importantes actuaciones arqueológicas y de restauración, a fin de darle la consideración que esta pequeña fortificación se merece, adecuándolo para un uso eminentemente cultural.
La foto no es mía, el autor (¿?) de la recreación la ha firmado.

Época de construcción: siglo XII sobre restos anteriores. Varias ampliaciones y reformas en siglos posteriores.
Estado: Como se decía en la entrada relativa al Alcázar, su estado es el de ruinas bien consolidadas, presentando erosiones leves o medias de manera generalizada. Sin embargo, es necesario decir que a lo largo de la reciente historia se han producido agresiones que han dañado las murallas, quedando en algunos tramos apenas los cimientos, y en otros aparecen extraños elementos, almenas de distinta tipología, por ejemplo, producto de reconstrucciones sin criterio.
En su interior y entorno se están realizando excavaciones que están sacando a la luz interesantes restos. Por ahora, menos mal, no se atisban trabajos de reconstrucción.
Propiedad: Pública. Actualmente, y desde 2007, es propiedad del Ayuntamiento de Alcalá, habiendo pertenecido, desde la Edad Media, al antiguo Concejo de Sevilla, que era quien nombraba a los alcaides de la fortaleza.
Esta situación jurídica ha afectado y aún afecta a algunos castillos que, desde la Edad Media, pertenecieron al reino de Sevilla.
Uso: en la actualidad, turístico y cultural, aunque sin definición. En la segunda mitad del siglo pasado fue recinto ferial, para lo que se realizaron algunos aterrazamientos y explanaciones que modificaron sustancialmente la superficie de lo que fue la villa. Durante mucho tiempo fue cantera, siendo expoliados sus materiales por vecinos de la zona para utilizarlos en la construcción de sus viviendas.
Visitas: La visita es libre y gratuita, al menos así lo era la última que lo paseé en marzo de 2021. Incluso es posible llegar hasta allí en coche y aparcar en el interior.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
En 1924 fue declarado Monumento de Interés Histórico-Artístico; y en el BOE de 29 de junio de 1985, aparece su declaración como Bien de Interés Cultural.
En el año 1993 la Junta de Andalucía otorgó un reconocimiento especial a los castillos de la Comunidad Autónoma de Andalucía.

martes, 11 de mayo de 2021

Alcalá de Guadaíra, Alcazaba de Alcalá de Guadaíra (2)

Nombre:     Alcazaba de Alcalá de Guadaíra.
Localidad: Alcalá de Guadaíra.
Municipio: Alcalá de Guadaíra.
Provincia:   Sevilla.

LA ALCAZABA:
El conjunto fortificado de Alcalá de Guadaíra se ubica en el que llaman el Cerro del Castillo, un promontorio de algo más de ochenta metros de altitud que, sobre un meandro del río Guadaíra, domina la población. Desde esa zona del río se tiene una de sus mejores vistas, aunque se mire desde donde se mire esta fortaleza, la vista siempre será buena, espléndida.
Pero una aclaración, esa hermosa imagen que desde muchos puntos de los alrededores se tiene de la que tal vez sea la mayor fortificación de la provincia de Sevilla, y una de las dos mejores, no es sólo una alcazaba; es algo más, es todo un recinto amurallado resultado de una continua transformación que, como ya dije, comenzó con un asentamiento íbero.
Ese gran complejo, uno de los más importantes de la provincia, encierra varios espacios, edificaciones, puertas y murallas, de las que ya iremos hablando en otras entradas de este blog, y que enumero ahora para ir abriendo boca:


— La primera muralla coracha, con el Arco de San Miguel, de Santa Ana o de San Fernando, y el Arquillo también de San Miguel;
— el recinto de la Villa Medieval con la Puerta de San Miguel (otra vez);
— la iglesia de Santa María del Águila;
— el pequeño alcázar de la Torre Mocha con la Puerta de Santa María;
— la segunda muralla coracha que se unía con la primera mediante la muralla que recorría la ribera del río y que incluía el Molino del Arrabal y los postigos del Arrabal y de la Barqueta;
el Alcázar (castillo) y, dentro de él,
— el Palacio Real;
— y por último, la tercera muralla coracha, más corta que las otras dos, que parte desde el ángulo más occidental del Palacio.
La foto no es mía, el autor (¿?) de la recreación la ha firmado.

Muralla que separa la Villa de la Alcazaba; la torre del fondo, aún sin restaurar en 2007.


EL ALCÁZAR:
A la izquierda de la explanada donde estuvo la Villa Medieval —en la esquina oeste de todo el conjunto—, están las edificaciones que tradicionalmente se conocen como el Castillo, y corresponden con el núcleo propiamente defensivo del gran recinto: el Alcázar.
De planta muy irregular, sus murallas serpentean por el borde del promontorio, jalonándola once torres, más la del Homenaje que es albarrana y a la vez su elemento más occidental. Toda la fábrica de la edificación es mixta: tapial, mampostería como principales materiales, y sillería como refuerzo en zonas muy visibles como son los vanos de puertas y ventanas y en las esquinas de las torres. El ladrillo está presente en algunos detalles muy puntuales.
Estuvo rodeada por un antemuro o barbacana, parcialmente derruido en su cara norte y en mejor estado el resto, por el oeste y el sur, que ha podido ser excavado e identificado.
La muralla que envuelve la alcazaba, de dos metros de espesor en casi toda su longitud, estuvo almenada; como también lo estuvieron todas sus torres, hoy parcialmente desmochadas, pero por fortuna en continuo proceso de restauración en la actualidad.
La Puerta Real, acceso principal del Alcázar en 2007. 

En 2013, la torre ya tiene mejor aspecto.

En su fachada este, la que mira a la Villa, y que estuvo antecedida por un foso, está la puerta de acceso, llamada Puerta Real. Esta fachada la conforma una muralla que va de norte a sur y protege la antepuerta, que más bien es un estrecho pasillo paralelo a la muralla, que antecede a otra puerta más, que leo llaman de los Franceses. Esta última se ubica en un lienzo que une las dos únicas torres octogonales de todo el conjunto—el resto de torres del recinto son de planta cuadrangular o rectangular—.
El pasillo entre ambas murallas; al fondo derecha la puerta del Alcázar. La puerta de los Franceses queda a la izquierda.

Pasillo entre ambas muralla; la torre está en la esquina entre los patios de los Silos y el de la Sima.



El pasillo entre las dos murallas de la entrada, que une las dos torres octogonales del recinto.

El segundo acceso, o puerta de los Franceses, era la entrada natural al Patio de los Silos, siguiente espacio del castillo. Sin embargo, durante la guerra de la Independencia, los franceses demolieron el muro que separaba el pasillo o antemuro del patio de la Sima, de tal manera que hoy, desde aquí, también se puede acceder al Patio de la Sima. Pero como ese no es el camino original a seguir, continúo al interior del castillo por el Patio de los Silos.
En su interior se distinguen tres recintos perfectamente diferenciados: el primero, y a continuación de la segunda puerta de acceso, está el Patio de los Silos; al sur de éste, el Patio de la Sima; y al oeste del primer patio, el Palacio Real.
El patio de los Silos desde la puerta de los Franceses.

EL PATIO DE LOS SILOS:
Es el primer espacio que encontramos una vez atravesadas la segunda puerta es el Patio de los Silos. Lo rodean murallas flanqueadas por siete torres, de las cuales, tres comparte con el Patio de la Sima y otras dos con el Palacio.
Es la parte más antigua del Castillo —fue el primer recinto que se edificó—; de él sólo nos queda un gran espacio diáfano y el arranque de un muro que, posiblemente, dividía sectores.
Aquí estuvieron situadas las cuadras y otras dependencias de servicio. Fue lo que tradicionalmente se denominaba un hisn, con funciones no sólo residenciales sino también de control administrativo y económico del territorio.
La ampliación de sus funciones y por lo tanto el crecimiento de sus necesidades, como la de acantonar más tropas, hizo que se ampliara en el siglo XII hacia el sur, levantándose el que se llamó Patio de la Sima. Ambos patios están separados por una muralla reforzada por tres torres; bajo la de mayor tamaño está la puerta en recodo que comunica con el Patio de la Sima
Más tarde, ya conquistada la alcazaba, se amplió este patio de los Silos hacia el este, construyéndose las dos torres octogonales, que recuerdan a la torre Blanca y a la de la Plata de la ciudad de Sevilla.
El nombre dado a este recinto es debido a la existencia de varios silos con forma acampanada —el mayor de 8 metros de profundidad— de los que no se tiene dato cierto de su construcción.
El patio de los Silos en 2013; a la derecha, la torre que lo une con el patio de la Sima.

Idem foto anterior pero en 2021; la torre un poquito más arreglada.

La muralla y torres de separación de patios, desde el Alcázar.

EL PATIO DE LA SIMA:
El espacio que hoy ocupa el Patio de la Sima se sitúa al sur del Patio de los Silos y antes de su construcción formó parte del espacio de la Villa Medieval, por lo que hemos de entender que la puerta en recodo que comunica ambos patios, y que se abre bajo la mayor de las torres , fue la entrada original al castillo desde la Villa.
Una vez que se estructura este Patio de la Sima, y todo su espacio queda incorporado al castillo, es cuando se reforma el perímetro amurallado primitivo, construyéndose la nueva muralla oriental entre las dos torres octogonales, y abriéndose la nueva puerta —la Puerta Real—.
De planta irregular de cinco lados, lo delimitan seis torres, tres de las cuales son compartidas con el recinto anterior, entre ellas la de la puerta en recodo.
En su interior se han excavado los restos de una casa palacio de época cristiana, el pozo —la sima— que da nombre al patio, unos baños o hamman del siglo XII—descubiertos en 1999—, y lo que fueron las dependencias de la guarnición. Hoy, todo el recinto está reconvertido en zona de paseo.

El patio de la Sima en 2007 (arriba) y en 2021 (abajo). Hay diferencias.

Fachada suroeste del Alcázar, correspondiente al patio de la Sima. A la izquierda la barbacana.

EL PALACIO REAL:
Y por último llegamos al ángulo más occidental del gran recinto, a la izquierda del Patio de los Silos, donde está el Palacio Real, sobre un ligero promontorio, tal y como se construyó en la época de Rodrigo Ponce de León y Núñez —bueno, algo deteriorado, pero al menos está—. El palacio queda protegido del resto del castillo, como reducto defensivamente autónomo, mediante un muro diafragma e incluso con  un foso excavado en la roca.
Las construcciones que aquí se levantaron, tenían un carácter más palaciego, por lo que se supone fue la edificación más lujosa de toda la alcazaba, residencia de los alcaides y lugar de alojamiento de visitantes —los Reyes Católicos y el emperador Carlos fueron huéspedes en sus habitaciones—.
El Alcázar es de planta irregular, casi un triángulo equilátero; de su vértice más occidental parte como un espolón el puente, en arco apuntado, que lo une con la Torre del Homenaje, de irregular sillería y actualmente desmochada. En su interior se conservan restos decorativos mudéjares.
Toda la edificación, la del Palacio, está fabricada en tapial, dispuso de foso y puente levadizo en su fachada al Patio de los Silos, y en su antemuro aún perduran las troneras de cruz y orbe. Esos elementos junto con la leve elevación donde se ubica, dificultaban algo más su acceso desde el recinto contiguo. Y era así por considerarlo el último reducto defensivo de la Alcazaba.
Esa fachada queda flanqueada por dos torres, compartidas con el recinto anterior; y en su extremo más occidental se levanta la del Homenaje, albarrana, como antes se dijo, unida al Alcázar mediante un arco de medio punto.
En este recinto se ven los restos de los dos aljibes, de gran tamaño, construidos a nivel del suelo, por lo que sus cubiertas abovedadas formaban una terraza al nivel del acceso al puente de la torre albarrana.
El acceso al Palacio Real se hacía, y se hace, a través de los adarves que llegan a cada una de las dos torres que flanquean la fachada principal. También se podía acceder desde el exterior de la liza, junto a la torre del Homenaje, a través de una puerta llamada de la Traición o Puerta de Sevilla, dada su orientación hacia esa ciudad (actualmente también se puede realizar a través de una oquedad abierta en el muro sobre el foso).

La torre del Homenaje desde el interior del Palacio.

La albarrana torre del Homenaje.

El Alcázar desde una de las torres que lo flanquean. A la derecha la torre del Homenaje, y debajo la Puerta de Sevilla.

Tronera de cruz y orbe, en el muro frente al Palacio




Puerta de Sevilla, desde el exterior, en 2007 y en 2013 (encuéntrense las diferencias).

Notas finales:
Leo en alguna página de la red, que la puerta de la Traición está cegada, cosa que en una de mis visitas pude comprobar que era accesible; hoy no sé cómo estará.
También encuentro reseñas en las que se alude a una poterna, sin especificar ubicación —quizá sea ésta la puerta que antes se dice cegada—.
Y por último, una frecuentada página de la red, dedicada a los castillos españoles, escribe que “sobre la puerta en recodo de acceso a la fortaleza aparece el escudo de castilla con dos llaves a los lados, otorgadas por Fernando III para dar fe de que dicho castillo era la llave para hacerse con el Valle del Guadalquivir. “ En un folleto digital del ayuntamiento se dice que el escudo es de Leonor de Guzmán.
Sea de quien fuera el escudo, he de decir que sobre esa puerta, tanto a la entrada como a la salida, no he visto tal escudo. Puede que no me fijara bien.
Dejo aquí el enlace a la entrada que habla sobre el escudo municipal de Alcalá de Guadaíra:
http://lacasadelatercia.blogspot.com/2016/06/alcala-de-guadaira.html

Planito para entender un poco la fortaleza.

La Compañía en el adarve de la muralla del Patio de la Sima.

Estado: En buen estado de conservación, digamos que sus ruinas están consolidadas. Ha sido rehabilitado recientemente —continuándose las obras de restauración y consolidación—, aunque el interior de sus recintos se encuentra prácticamente diáfano, habiendo desaparecido todas las construcciones que una vez hubo. A pesar de ello, es fácil de interpretar.
Propiedad: Pública. Actualmente, y desde 2007, es propiedad del Ayuntamiento de Alcalá, habiendo pertenecido, desde la edad Media, al antiguo Concejo de Sevilla, que era quien nombraba a los alcaides de la fortaleza.
Esta situación jurídica ha afectado y aún afecta a algunos castillos que, desde la Edad Media, pertenecieron al reino de Sevilla.
Uso: en la actualidad, turístico y cultural, aunque sin definición. En la segunda mitad del siglo pasado fue recinto ferial, para lo que se realizaron algunos aterrazamientos y explanaciones que modificaron sustancialmente la superficie de lo que fue la villa. Durante mucho tiempo fue cantera, siendo expoliados sus materiales por vecinos de la zona para utilizarlos en la construcción de sus viviendas.
Visitas: La visita es libre y gratuita, al menos así lo era la última que lo paseé en marzo de 2021.
Protección: Bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
En 1924 fue declarado Monumento de Interés Histórico-Artístico, lo cual no evitó el aprovechamiento de sus materiales, ni que a sus muros se adosaran viviendas. En el BOE de 29 de junio de 1985, aparece su declaración como Bien de Interés Cultural.
En el año 1993 la Junta de Andalucía otorgó un reconocimiento especial a los castillos de la Comunidad Autónoma de Andalucía.

Calificación subjetiva: 4, o sea, no perdérselo bajo ningún concepto, o lo que es lo mismo, hay que verlo antes de morir:
Otras cuestiones de interés:
Muy cerca de Alcalá de Guadaíra está el castillo de la Marchenilla —pinchar aquí—, y algo más alejada la torre de Gandul —pinchar aquí—.
Y a lo largo del río, los molinos harineros, para los cuales debo encontrar un rato y dejar aquí constancia de ellos.

MÁS FOTOS:


La Puerta Real del Alcázar.


La torre del Homenaje desde una de las torres del Palacio.

Excavaciones en el patio de la Sima.



El foso frente al Palacio, en 2007 y 2013.

Desde el Palacio, las torres del Patio de los Silos.

Y ahora, las torres del Patio de la Sima.